Nuestro
plan: Estocolmo – Cabo Norte – Oslo – Estocolmo.
Dicen
que ir a la aventura es arriesgado… pero también es divertido. Sin más, sacamos
los billetes de avión y reservamos un coche de alquiler para poner rumbo
Nordkapp. El resto lo decidiremos por el camino.
MOVILIDAD
No
sé si de mayo a julio, con el sol de media noche, será posible llegar haciendo autostop,
en plan mochilero… Lo que sí sé es que, cuanto más al norte, menos gente. Así
que, al menos en lo concerniente a este asunto, lo mejor es alquilar un buen
coche (hay algunas pendientes que te dejan sin respiración).
Las
carreteras, tanto en Suecia como en Noruega, están en muy buen estado y, aunque
las señales pueden parecer raras o fuera de lugar en alguna ocasión, lo mejor
es seguirlas a rajatabla, sobre todo en lo concerniente a la velocidad.
Creedme, las multas por sobrepasar los límites os llegarán… tienen cámaras de
tráfico en los lugares más insospechados y solitarios.
Cerca
de las grandes ciudades como Oslo hay que pagar peaje, así que llevad monedas
preparadas y preguntar a algún lugareño cuántas coronas hay que pagar, porque
no encontraréis casetas ni vigilantes, sólo una especie de embudo por donde
echar las monedas… y claro que podéis pasar sin pagar, pero estas multas
también os llegarán. Los nórdicos son gente seria.
Los
mapas de carreteras son bastante fiables y en las oficinas de turismo tienen
mapas específicos de cada zona que os darán gratis. Si encontráis carreteras
turísticas (con el símbolo ), seguidlas; tienen las mejores vistas y
os llevarán a sitios preciosos que, probablemente, no vengan en vuestras guías.
ALOJAMIENTO
En
nuestro caso sólo teníamos claro el alojamiento del primer y último día, cerca
de Estocolmo. Lo demás iba a depender de la ruta, de cómo se nos dieran esos 16
días de viaje… así que lo dejamos en manos del destino.
Os digan lo que os digan, en Suecia y en Noruega hay abundantes campings y en casi todas las poblaciones se alquilar cabañas (cabins o cottages, hytter en Suecia, stugar o rorbuer en Noruega). Quizá en temporada alta sea necesario que os hagáis con una guía (web) de campings y decidáis de antemano los kilómetros de vuestras rutas, reservando las cabañas con unos días de antelación. En agosto la afluencia de turistas es mucho menor y no tuvimos que preocuparnos por el alojamiento. En casi todas las cabañas hay sábanas, almohadas y fundas nórdicas, pero no está de más llevarse el saco de dormir y, por supuesto, toalla.
De cualquier modo, se puede acampar libremente en cualquier zona siempre que esté como mínimo a 300 metros de las casas. Y, si no fuera ese el caso, pidiendo permiso a los vecinos, que no ponen objeción porque son gente muy maja. Eso sí, recordad que estáis más al norte, que por las noches refresca bastante y hay humedad… además de animales salvajes que viven libremente por todas partes.
Os digan lo que os digan, en Suecia y en Noruega hay abundantes campings y en casi todas las poblaciones se alquilar cabañas (cabins o cottages, hytter en Suecia, stugar o rorbuer en Noruega). Quizá en temporada alta sea necesario que os hagáis con una guía (web) de campings y decidáis de antemano los kilómetros de vuestras rutas, reservando las cabañas con unos días de antelación. En agosto la afluencia de turistas es mucho menor y no tuvimos que preocuparnos por el alojamiento. En casi todas las cabañas hay sábanas, almohadas y fundas nórdicas, pero no está de más llevarse el saco de dormir y, por supuesto, toalla.
De cualquier modo, se puede acampar libremente en cualquier zona siempre que esté como mínimo a 300 metros de las casas. Y, si no fuera ese el caso, pidiendo permiso a los vecinos, que no ponen objeción porque son gente muy maja. Eso sí, recordad que estáis más al norte, que por las noches refresca bastante y hay humedad… además de animales salvajes que viven libremente por todas partes.
Hay
pocos hoteles (a excepción de las grandes ciudades) y los precios son
demenciales para la calidad que tienen… así que intentad quedaros a las afueras
si vuestro presupuesto es limitado.
COMIDAS
No
nos engañemos: el norte es caro. Pero, como todo depende del presupuesto de
cada uno, es elección vuestra dónde queréis comer. En Oslo, Estocolmo y otras
ciudades grandes la oferta es ilimitada: desde restaurantes de comida típica de
la zona, hasta puestos callejeros. Tened en cuenta que incluso un menú de
hamburguesa será mínimo cuatro euros más caro que en España. Recordad que su
horario es diferente, por lo que a las ocho de la tarde muchos sitios pueden
estar cerrados.
Debido
a la ruta que elijáis y a los kilómetros que recorráis, no siempre será posible
comer caliente en un restaurante; así que, cuando veáis un supermercado
aprovisionaos bien. Nunca se sabe dónde va a estar el siguiente. Imprescindible
bollitos para el desayuno (muy ricos los cinnamon rolls), pan, embutidos, fruta
y bebidas… la mitad de las veces no os quedará más remedio que hacer picnic.
OTRAS CUESTIONES
*
Las gasolineras. Hay bastantes… pero en el norte procurad llenar el depósito,
que nunca se sabe dónde va a estar la siguiente. Funcionan de una manera
bastante curiosa: pasas la tarjeta de crédito, se abre el surtidor, echas
gasolina y vuelves a pasar la tarjeta. No os sorprendáis si encontráis
únicamente un surtidor, sin caseta, ni gente, ni nada.
*
Seguridad. Suecia y Noruega son dos países bastante seguros. En las ciudades
grandes tomad las precauciones habituales respecto a vuestros bolsos y
carteras. Eso sí, cuidado dónde aparcáis: procurad no dejar el coche muy pegado
a otros vehículos, porque los nórdicos deben de tener el seguro a todo riesgo y
no les importa rallarte el coche.
*
Dinero. Llevad tarjeta, pero también moneda del país. En muchos sitios del
norte sólo podréis pagar en efectivo.
Día 1. MADRID – STOCKHOLM – UPPSALA
(01.08.07)
Después
de 4 horas de vuelo, llegamos al aeropuerto de Stockholm. Un autobús gratuito
nos lleva a la ciudad de los coches de alquiler donde recogemos un Volvo.
Metemos todos los trastos en el maletero y ponemos rumbo a Uppsala, donde nos espera un amigo que nos acoge en su casa.
Comemos
en un McDonalds con asientos de diseño y autoservicio de bebidas y ketchup. La
chica que nos atiende nos indica la máquina donde tenemos que pagar: podemos
hacerlo con la tarjeta o en efectivo, y la máquina te da el cambio. El no va
más del civismo son los cubos de basura: uno para los envases de cartón, otro
para el plástico, otro para lo orgánico y una pila donde tirar los líquidos y
el hielo. Nadie se va de su mesa sin antes recogerla.
Dejamos
las maletas en casa de nuestro amigo Zurab y nos vamos a aprovechar la tarde
visitando la catedral de Gamla Uppsala,
la primera de Suecia, construida entre los siglos XII y XIII. Aunque parte del
edificio fue destruido, la iglesia es preciosa. El campanario está en un
edificio adyacente, junto al cementerio que, lejos de lo que estamos acostumbrados,
parece una colección de pequeños jardines sobre cada tumba.
En
los alrededores hay un precioso parque, con senderos que discurren entre lo que
parecen pequeñas colinas y que son en realidad antiguos túmulos funerarios,
algunos de ellos del siglo V.
Muy
cerca de la iglesia se encuentra Disågarden, un museo al aire libre (entrada y
parking gratuitos) donde se puede ver cómo vivían los habitantes de la zona a
finales del siglo XVIII: la siembra de primavera, la siega, la cosecha y las
fiestas de verano (http://www.upplandsmuseet.se/DISAGARDEN/).
Volvemos a Uppsala y damos un paseo por el centro de la ciudad, buscando
un sitio para cenar. Nos decidimos por el restaurante griego Tzatiki, junto al río
(http://www.tzatziki.se/).
¡Qué gran acierto! La comida está deliciosa y, aunque hace un poco de fresco, los suecos piensan en todo con tal de poder aprovechar la terraza: mantitas de Ikea y estufas.
¡Qué gran acierto! La comida está deliciosa y, aunque hace un poco de fresco, los suecos piensan en todo con tal de poder aprovechar la terraza: mantitas de Ikea y estufas.
Recordad
que estamos más al norte… y que amanece realmente temprano. Así que, si la luz
os molesta a la hora de dormir, no olvidéis llevar un antifaz, porque ni en las
casas, ni en las cabañas, ni en ningún sitio suele haber cortinas…
Día 2. UPPSALA – STOCKHOLM –
UPPSALA (02.08.07)
Hoy
pasamos el día en Stockholm. Hay
mucho que ver, así que esperamos tener algún día de sobra al final del viaje
para poder volver. Vamos directos a Gamla
Stan, “la ciudad vieja” o “ciudad de los puentes”.
Es el casco antiguo medieval, recorrido por calles adoquinadas, alberga edificios históricos, museos, el Palacio Real, la estatua de San Jorge aplastando al dragón y un sinfín de tiendas de artesanía local, curiosidades y souvenirs.
Es el casco antiguo medieval, recorrido por calles adoquinadas, alberga edificios históricos, museos, el Palacio Real, la estatua de San Jorge aplastando al dragón y un sinfín de tiendas de artesanía local, curiosidades y souvenirs.
Västerlånggatan y Österlånggatan son las
calles principales del barrio. El punto central de Gamla Stan es Stortorget, la
plaza más antigua de Stockholm; de allí sale Köpmangatan, la calle más antigua
de mencionada ya en el
siglo XIV.
Aunque es normal encontrar todo tipo de
restaurantes y establecimientos en las principales ciudades, no deja de
sorprendernos ver un bar de tapas español como el restaurante BarCelona o el
bar chill-out Josefina, al más puro estilo Ibiza, con su música discotequera,
sus puffs gigantes al aire libre y hasta reservados en medio del parque. Pero,
como no hay tiempo que perder, comemos un plato de la casa en el Kebab
Jerusalem, situado en una de las callejuelas que salen de Köpmangatan.
No podemos marcharnos hoy de Stokholm sin
visitar el Vasamuseet, en la isla Djurgården, que alberga un
barco del siglo XVII que se conserva en el mundo, el Vasa. Se trata de un buque
de guerra de 69 metros de eslora, que naufragó en 1628 y se recuperó 333 años
después. (http://www.vasamuseet.se/sv/Sprak/Espanol/)
También merece una visita Södermalm, el barrio más bohemio y multicultural al que se accede desde Gamla Stan por medio de Slussen, una esclusa que controla el paso de barcos entre el lago Mälaren y el mar Báltico. Aquí podéis encontrar tiendas de diseño, decoración, moda, etc. En Söder también se encuentra Katarinahissen, la atracción más antigua de Stockholm: un ascensor que se eleva 38 metros ofreciéndonos unas vistas inmejorables de toda la ciudad.
Se va haciendo tarde, así que nos volvemos a Uppsala buscando la carretera que lleva al castillo Skokloster, situado a orillas del lago Märalen (http://skoklostersslott.se/en/visit/castle).
Cuando llegamos ya está cerrado, pero merece la pena dar un paseo por los alrededores y el embarcadero. Además, de camino hemos encontrado varias señales que indican runas, así que nos adentramos por los senderos del bosque para encontrar algunas de las más de 2.000 piedras rúnicas que hay en Suecia.
Día 3. UPPSALA – NORRFÄLLSVIKENS
(03.08.07)
Comienza de verdad la aventura. Abandonamos la seguridad de los amigos y comienzan los kilómetros por la E-4. Ahora es cuando realmente nos damos cuenta de lo poco que se parece esto a lo que conocemos: sólo hay bosques y lagos por todas partes… y poquísimas poblaciones. Comemos de picnic en Norrbränningen, en un área de descanso junto a un lago, pero el tiempo no acompaña, el cielo está cubierto y empieza a chispear, así que seguimos hacia el norte sin olvidar que debemos encontrar un lugar para dormir.
Nos
salimos de la E-4 casi por intuición y acabamos en el Norrfallsvikens, el camping del pueblo pesquero de Mjallom. Es un lugar increíble. Las
casas están junto a la orilla, muchas tienen pequeños embarcaderos, y hasta hay
restaurantes flotantes.
Nos
alojamos en una cabaña (450 sek.) con vistas a la lengua de agua que se adentra
en la tierra. Tiene de todo, hasta una mesa con bancos en el porche.
Finalmente
el cielo se despeja y podemos disfrutar de un tarde tranquila paseando por los
alrededores. Cenamos en un restaurante cercano (Fiskaffär) que, aunque ofrece
pescado local, tiene unos platos de pollo con una pinta increíble. Y, de
postre, creppes con mermelada y nata.
El
atardecer en la orilla es espectacular. Ha merecido la pena recorrer 444
kilómetros para llegar aquí. Aunque la idea original era llegar a Sundsvall, al llegar descubrimos que no
tiene nada de encanto… es una ciudad grande, industrial, productora de
electricidad.
La idea era dejarnos llevar, y Norfällsvikens ha superado con creces nuestras expectativas. Las
22:00 horas y todavía podemos disfrutar del sol.
Norrfällsvikens Camping (Mjallom) (http://www.norrfallsvikenscamping.com/)
Coordenadas GPS: N 62º58’19.6” / E 18º31’32.1”
Kilómetros recorridos: 444
Coordenadas GPS: N 62º58’19.6” / E 18º31’32.1”
Kilómetros recorridos: 444
Día 4. NORRFÄLLSVIKENS – KÅBDALIS
(04.08.07)
Desayunamos
en el porche de la cabaña y deshacemos el camino hasta llegar a la E-4. Aunque
el paisaje empieza a hacerse monótono (venga bosques y lagos por todas partes),
vamos emocionados por la esperanza de encontrar algún reno, ya que cada vez son
más abundantes las señales de tráfico que advierten de su presencia.
Comemos
de picnic en un área de descanso pasado Umeå. Parece ser que esta será lo
habitual, pues no abundan los restaurantes de carretera.
Mirando la guía, vemos que de camino podemos parar a ver los rápidos de Storforsen. En Piteå abandonamos la carretera principal y cogemos la 347; 40 kilómetros al norte de Älvsbyn el río Pite se precipita por cinco kilómetros de rocas a 250 m3/s.
Cuando sales del coche en la zona de aparcamiento, el sonido del agua ya te impresiona… cuando lo ves, te quedas sin palabras. La zona está completamente acondicionada sin perder el estilo natural: hay rampas para minusválidos, pasarelas y vallas en las zonas más peligrosas, barbacoas de piedra con bancos entre los árboles, barandillas, puentes, pasamanos para no resbalar… Y puedes acercarte todo lo que quieras, pero ten cuidado.
Mirando la guía, vemos que de camino podemos parar a ver los rápidos de Storforsen. En Piteå abandonamos la carretera principal y cogemos la 347; 40 kilómetros al norte de Älvsbyn el río Pite se precipita por cinco kilómetros de rocas a 250 m3/s.
Cuando sales del coche en la zona de aparcamiento, el sonido del agua ya te impresiona… cuando lo ves, te quedas sin palabras. La zona está completamente acondicionada sin perder el estilo natural: hay rampas para minusválidos, pasarelas y vallas en las zonas más peligrosas, barbacoas de piedra con bancos entre los árboles, barandillas, puentes, pasamanos para no resbalar… Y puedes acercarte todo lo que quieras, pero ten cuidado.
Justo donde acaban los rápidos hay un hotelazo en el que ni nos planteamos dormir… pero donde preguntamos si dan cenas. Lamentablemente la cocina cierra a las 20:00 y se nos ha hecho tarde. Volvemos a la carretera, pensando que esta noche nos tocará acampar.
Afortunadamente, en un pueblo llamado Kåbdalis vemos un cartel que anuncia cabañas, así que ni cortos ni perezosos acercamos a una casa que pone “Reception” y un hombre muy majo nos indica que tiene unos bonitos apartamentos. Le seguimos en coche hasta la ladera de la montaña donde nos espera una cabaña deluxe. Es un resort de ski. De hecho, el dueño nos aconseja que busquemos otras estaciones, porque al ser temporada baja nos saldrá mucho más barato (300 sek.).
No
podemos olvidar el momentazo del día. Miguel va conduciendo un poco por encima
del límite (que por aquí es 110 km/h) mientras yo voy enfrascada en mi el mapa,
buscando la mejor ruta para ir el día siguiente hasta Kiruna. A lo lejos, ve lo
que le parece un tío en bici, pero a esta velocidad nos acercamos muy deprisa y
de repente grita… ¡UN RENO! Casi me
da un infarto, entre el grito y el frenazo. ¡Hazle
una foto! ¡Hazle una foto! Y, como pude, se la hice. Pero enseguida pasó
otro coche y el reno se asustó, metiéndose entre los árboles.
Coordenadas GPS: N 66 09’21.1” / E 19º59’29.5”
Kilómetros recorridos: 640
Día 5. KÅBDALIS – NEDRE
SOPPERO (05.08.07)
Ya
lo dicen las señales: hay que tener cuidado con los renos. Parece que a partir de esta zona
es donde están los renos, así que si no queréis tener sustos, id atentos y
respetad los límites de velocidad… Porque doy fe de que están allí y cruzan sin
mirar.
Incluso
los hay que salen de una pista forestal, te adelantan por la derecha, hacen un
giro de 180º para cambiar de dirección y se marchan en el otro sentido
persiguiendo a los coches.
No sólo tenemos que esquivar renos, sino ciclistas que van tumbados en sus bicis, literalmente.
Entramos
en Laponia, la zona de los Grandes Lagos, y la verdad es que el nombre es bien
merecido. Hay tantísima agua por todas partes que los kilómetros no cunden
nada, pero el paisaje es precioso.
Cruzamos el Círculo Polar Ártico o Polcirkeln. A pie de carretera, junto a un lago, hay una especie de chiringuito que tiene una tienda y una cafetería, y unos paneles explicativos en el exterior. Es un poco decepcionante, la verdad. Supongo que lo habíamos idealizado. Venden algunos souvenirs y hasta un certificado de haber cruzado la línea, pero es todo un poco cutre y caro.
Un
poco más adelante llegamos a Jokkmokk, un pueblo pequeñito con casas de una
planta, bien organizado. Es curioso como, después de la “línea” las cosas son
diferentes. Aprovechamos para comer en el pueblo, pizza y ensalada.
Paramos
en un supermercado para aprovisionarnos bien y descubrimos que los “Consum” son
más caros y tienen poca variedad. Mucho mejor comprar en los “Ica”.
Antes
de llegar a Kiruna, paramos en el Ice Hotel, en Jukkasjärvi. Aunque en verano
no tienen las maravillosas estructuras de hielo ni los iglúes que construyen
con los bloques que sacan del lago helado, las cabañas son preciosas y merece
la pena también visitar la tienda de recuerdos.
Kiruna
es la otra decepción del día. Está rodeada de enormes colinas de escombros y
cortados que dejan a la vista la huella de la explotación minera de hierro. La
mayoría de los edificios tienen muchas partes construidas con este metal, ya
muy oxidado.Deshacemos
el camino para volver a la E-45 y buscar un sitio donde pasar la noche.
Encontramos un bonito grupo de cabañas en Nedre Soppero, en una pradera junto a
un lago.
Nos
atiende una señora que supera la setentona y que sólo habla sueco. Al final
conseguimos entendernos y nos da una especie de fichas que hay que poner en las
duchas para que funcionen.
Disfrutamos de una maravillosa puesta de sol mientras hacemos picnic para cenar. Estamos completamente solos.
La
cabaña está genial, es más grande que las anteriores y al mismo precio (300
sek.)
Nedre Soppero
Coordenadas GPS: N 68º02’39.9” / E 21º45’45.8”
Kilómetros recorridos: 433
Día 6. NEDRE DOPPERO –
OLDERFJORD (06.08.07)
Al
final anoche llegaron vecinos, que han decidido marcharse al amanecer, es
decir: a las tres y media de la madrugada, armando todo el jaleo que podían.
Nos ha costado dormirnos y no hemos descansado nada, pero no podemos perder un
día de ruta, así que seguimos rumbo norte por la E-45 y después por la 93 y
salimos de Suecia para entrar momentáneamente en Finlandia.
La
frontera prácticamente no existe, pero aprovechamos una curiosa multiseñal (no
sé si esto tiene algún nombre), o rosa de los vientos pinchada en un palo con
banquitos alrededor, y desayunamos unos bollitos suecos que aún nos quedan.
Karesvando GPS: N 68º26’30.8” / E 22º28’38.7”.
Finlandia
dura poco. En seguida estamos en Noruega
(otra frontera inexistente) y empiezan a producirse fenómenos naturales que
marcarán este día de ruta. Para empezar, cuando nos acercamos a la costa
empieza a llover… tanto que en algunos momentos no se ve el asfalto. De vez en cuando
se produce algún claro y se escapan tres rayos de sol. Paramos en Karasjok para visitar el parlamento
sami, que tiene forma de choza tradicional (pero de hormigón).
Aprovechamos
para comer en un restaurante grill, donde probamos una carne en salsa deliciosa
parecida la ragout, con patatas y salsa de arándanos. Desde luego, no nos
podemos quejar de la comida.
En
este punto nos desviamos para coger la E-6 dirección norte y pronto llegamos al
primer fiordo, pasado Lakselv. Se
trata de un valle glaciar (con forma de U) en el que queda espacio para una
enorme lengua de mar. La marea está baja, así que se ve toda una planicie de
arena blanca y algas donde la gente ha parado a disfrutar del panorama… y en la
orilla, unas chozas sami. Hablamos con unos chicos polacos, que han van
dirección Cabo Norte y llevan recorridos más de 3.000 kilómetros desde su país.
Dicen que, hace un rato, han visto dos arcoíris a la vez… lástima no haber
llegado antes.
Recorremos
unos pocos kilómetros más y volvemos a parar en otro apeadero porque el cielo
se está poniendo dramático y, aunque sólo dura un instante (y no da tiempo a
fotografiarlo bien) el Universo nos regala tres arcoíris… ¡y cinco renos!
A
partir de aquí, el tiempo mejora pero las emociones no disminuyen. Vemos la
primera señal de “peligro: cordera y cría” y, efectivamente empiezan a aparecer
corderas con sus crías por toda la orilla de la carretera.
Decidimos
finalizar la ruta de hoy en Olderfjord,
se está haciendo tarde e ir más al norte puede ser arriesgado. No hay muchas
opciones, así que cogemos una habitación en el hotel (la friolera de 695 nok.).
Hay tienda y restaurante, pero es todo frío y precocinado. Fisgamos un poco y
nos vamos a dar una vuelta.
Seguimos
un poco por la carretera, buscando otra opción para cenar y de pronto una
manada de quince renos cruza el asfalto y se va tranquilamente hacia la orilla
del mar comiéndose la hierba de la ladera. Por primera vez podemos verlos
detenidamente. Hay madres con sus crías, machos enormes, un ejemplar blanco con
los cuernos rosas… ¡los cuernos! ¡tienen los cuernos peludos!
Se
tumban en las rocas, nos observan, dormitan, se cambian de sitio… e incluso
vuelven a cruzar la carretera como para despedirse. Es una auténtica pasada…
son tan salvajes y a la vez tan mansos…
Ha
sido un día muy largo. Hacemos picnic en la minúscula habitación del hotel y no
nos queda energía para más.
Olderfjiord
Coordenadas GPS: N 70º 28’46.8” / E 25º03’58.2”
Kilómetros recorridos: 476
Coordenadas GPS: N 70º 28’46.8” / E 25º03’58.2”
Kilómetros recorridos: 476
Día 7. OLDERFJORD – NORDKAPP
– LANGFJORD (07.08.07)
Desayunamos
en el buffet del hotel (bastante cutre) y comenzamos el ascenso a Cabo Norte de buena mañana. Los renos
de la tarde anterior siguen en el mismo sitio, tomando el sol. Pero pronto
comprobamos que estos animales campan a sus anchas portadas partes, incluidos
los túneles.
Hay
unos 150 kilómetros hasta Nordkapp.
En los primeros 50, la carretera está bastante mal, llena de baches, muy
estrecha y con acantilados a la derecha. Además, aunque sólo son las diez de la
mañana, no dejan de bajar autocares. Y no podemos olvidarnos de los renos, que
no se apartan ni se asustan porque están más que acostumbrados a la presencia
humana. Hay que ir despacio porque hay muchos túneles y curvas y no sabes dónde
te vas a encontrar a los renos. De hecho, casi nos atropella uno que salió de
la cuneta sin previo aviso.
Luego
el asfalto mejora y el paisaje cambia: laderas suaves y espaciosas, lo que hace
que la gente acampe por todas partes. Este trayecto cuesta una pasta: primero
192 nok. por cruzar un túnel de 8 kilómetros con una pendiente de 10% (primero
baja y luego sube); después 110 nok./persona (precio estudiante) de la entrada
al recinto al aire libre de Nordkapp (válida para pasar dos días).
No
sé si será cosa mía, pero Cabo Norte no tiene mucho de interesante. Es un
acantilado grande, con una cafetería, una tienda de recuerdos y poco más. Pero
la sensación de estar en el punto más al norte del continente europeo, el
ambiente, la gente… lo convierten en un lugar especial. (http://www.nordkapp.no)
Queremos
encontrar un buen sitio para comer antes de que se haga tarde, así que de
bajada sólo paramos en los puestos samis.
Por curiosidad más que por otra cosa, vamos entrando en todas las tiendecitas, pero no picamos porque, estando tan cerca de Cabo Norte, los precios son un poco abusivos.
Por curiosidad más que por otra cosa, vamos entrando en todas las tiendecitas, pero no picamos porque, estando tan cerca de Cabo Norte, los precios son un poco abusivos.
Paramos
en Honningsvåg, que es un pueblo
pesquero, con preciosas casas en las incontables islitas que hay en el fiordo. Comemos en un
restaurante pequeño donde hacen unas hamburguesas caseras deliciosas y seguimos
nuestro camino.
Dejamos
la E-69 a la altura de Russenes y seguimos por la E-6 dirección oeste. Nuestra
siguiente parada es Alta, una ciudad
moderna y bastante grande.
Tiene un bonito museo que alberga muestras de la
cultura local y representaciones de las pinturas rupestres de la zona. Desde el
parque que lo rodea hay unas magníficas vistas de todo el fiordo. Los noruegos
respetan los límites de velocidad a rajatabla, así que hemos tardado la tira en
cruzar la ciudad… algo me dice que en este país se lo toman todo con mucha
calma.
Pasamos
la noche en el camping Altafjord en Langfjord.
Las vistas son inmejorables, el agua del fiordo parece un espejo esmeralda y la
tranquilidad que se respira es el perfecto desenlace para este largo día.
Disfrutamos la puesta de sol (que se pone a las 22:41 y sale a 2:32) y cenamos de
picnic en la cabaña (330 nok.).
Camping Altafjord, Langfjord
Coordenadas GPS: N 70º01’41.6” / E 20º16’54.2”
Kilómetros recorridos: 475
Día 8. LANGFJORD – LØDINGEN (08.08.07)
Lo
primero y más importante hoy era aprovisionarnos bien en un supermercado porque
algo me dice que, con tanto fiordo y los noruegos a su media de velocidad, la carretera
no va a cundir tanto como otros días. Desayunamos unos bollitos y zumo en un
área de descanso con tiendecitas samis y, esta vez sí, nos compramos unos
gorros típicos lapones.
Siguiendo
por la E-6, las vistas de las lenguas de mar turquesa desde las partes más
altas del camino son impresionantes. No puedo ni imaginarme cómo será esto en
invierno, pero tienen legiones de palas quitanieves preparadas para usarse.
Cogiendo
la E-8 a la altura de Nordkjosbotn, se llega a Tromsø: una ciudad grande unida al continente por un puente enorme.
Tromsø alberga la universidad situada más al norte del mundo; es cosmopolita y
ofrece un sinfín de posibilidades: avistamiento de ballenas, el museo de
cultura sami, Polaria (acuario ártico), jardines botánicos, la Catedral Ártica
o el teleférico Fjellheisen que sube
a la montaña Storsteinen a 420 metros sobre el nivel del mar proporcionando unas
vistas panorámicas inigualables de la ciudad y los fiordos.
Comemos
en Nordkjosbotn, filete de la zona con
patatas y ensalada. Debe ser el día de visita a los abuelos, porque hay
cantidad de familias pasando el día con sus mayores, disfrutando del buen
tiempo y de los postres del restaurante, que eran una pasada.
Hay
que armarse de paciencia, no porque la carretera sea mala, sino porque sólo hay
un carril para cada sentido, hay bastantes curvas en la zona de costa y la
señalización es escasa. Además hay dos tipos de conductor noruego: el que va a
60 km/h y no facilita el adelantamiento; y el que va flipado, adelantando donde
no hay visibilidad y utilizando durante tiempo indefinido el carril contrario.
Menos mal que el paisaje es impresionante y aprovechamos para parar a hacer
fotos a los glaciares hacia los que vamos.
Siguiendo
por la E-6 dirección Narvik, tomamos el desvío de la E-10 para dirigirnos a las
Islas Vesterålen, que preceden a las
Lofoten. Hay pequeñas playas agua turquesa y pequeñas piedras que se cubren de
algas con la marea baja.
Los
noruegos isleños tienen sus casa en los lugares más increíbles y de difícil
acceso, como colinas aisladas o pequeñas islas a las que sólo se puede llegar
por el agua. Eso sí, tiene sus propios barquitos y embarcaderos. Es un lugar
hermoso.
Encontramos
un camping de cabañas (400 nok.) justo al lado de un lago y cenamos en su
terraza-restaurante un kebab de pincho moruno a la parrilla que está delicioso.
Camping Lofoten, Lødingen (Vesterålen Islands)
Coordenadas GPS: N 68º26’49.8” / E 15º57’01.8”
Kilómetros recorridos: 511
Día 9. LØDINGEN –
SØRVÅGEN
(09.08.07)
Amanece
completamente nublado. Llueve a mares y no se puede pasar de los 60 km/h.
El
plan original es recorrer las Lofoten y coger el ferry a Bodø para pasar la
noche en el continente, por eso tomamos un primer ferry que nos lleva desde Lødingen
(en las Vesteralen) a Hanøy (en las
Lofoten) entrando por el fiordo y nos evita un montón de carretera con curvas,
túneles y peajes. Aprovechamos para desayunar y echarnos una mini siesta
mañanera.
Nada
más desembarcar en las Lofoten nos quedamos boquiabiertos: el paisaje, aunque
el día esté desapacible, es absolutamente increíble. Parece que estemos en
Parque Jurásico… todo es verde intenso, islas y más islas con picachos que se
esconden en la niebla, cascadas que caen desde las nubes… Flipante.
Las
pocas casas que componen los pueblecitos parecen de juguete al lado de estas
gigantescas rocas cubiertas de hierba. Da la sensación de estar en una
gigantesca maqueta.
Paramos
en Leknes a comer y, aunque no hay
mucho donde elegir, encontramos un restaurante pseudo-italiano (Lille Milano)
donde degustamos pollo al grill y tacos picantes (¡y vaya si picaban!).
En
Reine intentamos coger el ferry para ir hasta Bodø. Y digo “intentamos” porque
después de casi dos horas haciendo cola detrás de un montón de vehículos, no
cabemos todos en el barco. Nos quedamos a tres autocaravanas de distancia. No
nos queda más remedio que pasar la noche en las Lofoten. Eso sí, sacamos ya el
billete para el primer ferry del día siguiente.
Hay
que buscar un lugar para dormir, así que seguimos por la E-10 en dirección A
(el último pueblo en la punta de la isla) aprovechando para fotografiar
prácticamente cada rincón, pues todo es pintoresco.
El
agua, a pesar de que el cielo está completamente cubierto, es un espejo
esmeralda… y la arena de las playas completamente blanca.
En
Sørvågen encontramos a una señora
que alquila esas cabañas de pescadores tan chulas que están literalmente sobre
el mar (rorbuer). Es una lástima no tener más días para pasarlos aquí, en esta
maravillosa cabaña con salón, dos habitaciones, cama de matrimonio, tele y
terraza colgante que hemos cogido (550 nok.).
Este
pueblo de pescadores debe ser aún más bonito con la luz del sol y el ambiente
del puerto.
Cenamos
en un maravilloso restaurante en el pueblo llamado Mara Anna, donde nos ofrecen
el pescado local típico de las Lofoten cocinado con verduras y una salsa
deliciosa. Esto acaba de convencernos: hay que volver aquí algún día.
Sørvågen, Lofoten Islands
Coordenadas GPS: N 67º53’08.8" / E 13º00’59.1”
Kilómetros recorridos: 268
Coordenadas GPS: N 67º53’08.8" / E 13º00’59.1”
Kilómetros recorridos: 268
Día 10. SØRVÅGEN – NAMSSKOGAN (10.08.07)
Nos hemos levantado a las 5:20 porque había que coger el ferry a las 6:00. Llegamos por los pelos, entrando en el puerto haciendo rally y decidimos echarnos una cabezadita en el barco, pues el trayecto dura tres horas y cuarto (y cuesta 687 nok. De Moskenes a Bodø).
Bodø es una ciudad un poco sosa, pero en la
guía que llevamos dice que muy cerca se encuentra Saltstraumen (coordenadas GPS: N 67° 14′ 00″
/ E 14° 37′ 00″), uno de los mayores torbellinos de marea
del mundo. Se ve que hay que estar allí justo cuando cambia la marea, porque
nosotros no vemos más que una ligera corriente sobre unas piedras de aspecto extraño.
Siguiendo
por la E-6, llegamos al Polarsirkelen
o Círculo Polar Ártico. Está mucho mejor montado que en Suecia. Tienen una
preciosa y amplia cafetería, tienda de souvenirs y recuerdos de calidad y en
los alrededores hay varios monolitos con las coordenadas GPS.
No
sé cómo será a principios de verano, pero a día 10 de agosto la temperatura es
de 7º y sopla un viento del norte que te despeja todas las ideas.
De hecho, en
los alrededores hay varios neveros.
Es
impresionante la explanada que rodea el edificio que, por cierto, tiene una
curiosa forma. Los visitantes han formado tantos hitos con las piedras de la
zona que hasta han colocado señales que prohíben hacerlos. ¿Cómo resistirse?
22
kilómetros al norte de Mo i Rana, se
encuentra la cueva Grønlingrotta,
nuestra siguiente parada. Es una gruta subterránea, a la que se accede con
guía, y que recorre un tramo del río subterráneo permitiendo ver varios saltos
de agua.
Abre de 10 a 19 horas, del 15 de junio al 20 de agosto.
Hay una excursión cada hora y sólo es necesario calzado adecuado y ropa de abrigo.
Cuesta 100 nok./persona.
Está
siendo un día bastante frustrante en cuanto a la carretera. El tiempo no
acompaña, el asfalto está bacheado y los noruegos siguen en su línea de ir a 80
km/h. No nos cunde nada… Así que a las seis de la tarde empezamos a buscar un
lugar para dormir y encontramos un bonito camping de cabañas junto a un río en Namsskogan.
Estamos solos y las instalaciones son estupendas. Es una pena que no haya restaurante, porque nos toca repetir el picnic del mediodía.
De cualquier modo… el que quiere, encuentra diversión.
Mellingsmo Camping, Namsskogan
Coordenadas GPS: N 65º02’20.7” / E 13º17’11.3”
Kilómetros recorridos: 451
Coordenadas GPS: N 65º02’20.7” / E 13º17’11.3”
Kilómetros recorridos: 451
Día 11. NAMSSKOGAN – DOVRESKOGEN (11.08.07)
Después
de dormir doce horas, porque el cuerpo ya pedía un descanso, paramos a comprar
provisiones
en Steinkjer
sabiendo que hoy nos espera un largo día de carretera para
acercarnos lo más posible a Bergen.
Hacemos acopio de zumos, bollitos y demás
productos y nos ponemos en marcha.
Como
ya he dicho, hoy es día de carretera… por lo que se suceden las anécdotas debido
a la conducción de los noruegos. Lo primero que ocurre con muchos de ellos es
que, cuando te acercas para adelantar, se asustan y se van mucho hacia su
derecha. De hecho hoy una señora se nos ha salido del todo y ha parado junto al
asfalto (pues no existe el arcén).
Otra
cosa que ocurre es que las áreas de descanso no son siempre accesibles para
todos: suelen estar en un lado de la carretera y, si vas en la otra dirección,
la línea continua o incluso el cable divisorio de acero no te deja acceder a
ellas.
En las proximidades de Trondheim nos hemos encontrado con el único
noruego al que le gusta la velocidad y viendo nuestro ritmo no ha podido
soportarlo y se ha picado. Él iba en un Touareg y se ha puesto en paralelo,
echándonos una mirada asesina que ha hecho que mi acompañante y piloto se
agarrara fuertemente al volante y se tragara de golpe todos los ositos de gominola
que llevaba en la mano… todos menos uno, que se ha quedado incrustado en su
dedo debido a la tensión del momento. Nos ha dado un ataque de risa es plena
autopista y hemos dejado que el noruego se alejara farfullando a toda
velocidad.
Seguramente
debido a la parsimonia con la que conducen los noruegos, la gente cruza las
carreteras por los lugares más insólitos y sin preocuparse lo más mínimo. Así
que casi nos llevamos puestos a dos señores que llevaban un queso como una
rueda de bici y cruzaban la carretera en una curva después de un cambio de
rasante. En esta zona ya no hay renos, pero sí peatones suicidas.
En
esta zona, las casas son de madera muy oscura, casi siempre pintada de negro, y
tienen césped en el tejado… ¡algunas hasta tienen arbolitos! Aunque ya no son
muy habituales y muchas de ellas son pequeños museos, en el siglo XIX eran de
lo más normal. Es un sistema muy útil para aislar la vivienda del frío.
Nos
quedamos en un camping, a unos 200 kilómetros de Bergen (550 nok.). A medio día
hemos comido en un “Kru” de carretera, una hamburguesa casera con patatas
fritas… pero por aquí no hay nada; así que hacemos picnic en nuestra cabaña
junto al río.
Camping de Dovreskogen
Coordenadas GPS: N 61º55’43.9” / E 9º19’1.2”
Kilómetros recorridos: 528
Día 12. DOVRESKOGEN – BERGEN – TVINDE (12.08.07)
Lo
que en un principio parecía otro día de tránsito, se convirtió en una jornada
espectacular, muy larga y agotadora… una de las mejores rutas.
A
los pocos kilómetros de Dovreskogen abandonamos la E-6 y cogemos la RV55 en
Otta para evitar el tráfico. En seguida llegamos a Lom, un pueblo precioso de
casas negras de madera, famoso por estar ubicado en medio de una de las
montañas más altas de Europa.
Además
Lom conserva una de las pocas iglesias de madera que quedan intactas en
Noruega.
Lom
tiene muchos otros atractivos, como el Norsk Fjellmuseum, el museo de montaña
noruego que es además el centro de información del Parque Nacional Jotunheim; un
museo al aire libre, un centro de minerales, la Columna de Sagasøyla Boverdalen.
De Lom sale también la Ruta 55 sobre el glaciar Sognefjell, el paso de montaña más alto de
Europa.
Mirando
el mapa, nos damos cuenta de que para llegar a Bergen vamos a tener que cruzar
un fiordo… y eso, muy probablemente, implica un ferry. Buscamos una alternativa
y, en un pueblecito llamado Turtagø, tomamos una pista asfaltada que lleva
hasta Øvre Ardal. Se trata de un camino que se utilizaba para el mantenimiento
de la red eléctrica.
Pagamos el peaje en esta curiosa caseta. Nos cuesta 50 nok. y realmente merece la pena.
La
carretera nos lleva por la montaña, entre gigantescas paredes de piedra,
cascadas, neveros y la lengua del glaciar. Y paramos a cada rato para hacer
fotos y disfrutar de las vistas. El día parece desapacible, pero en realidad se
puede estar perfectamente en manga corta.
Aunque
parezca mentira, hay gente que vive aquí arriba.
Creo
que este día batimos récord de fotos, pero es que el lugar lo merecía. En un momento de descuido, mi acompañante
desapareció y lo descubrí en mitad de la ladera gritando algo y agitando los
brazos. Tuve que empezar a subir yo también para poder entenderle, porque lo
que oía era surrealista. ¿Un topito peludo? No puede ser… Pero sí que era. Y no
solo uno. ¡Muchos! ¡¡¡Muchos… lemmings!!!
Un
poco más adelante, en la siguiente parada, descubrimos la primera lengua del
glaciar. Era impresionante estar tan cerca de aquellas grietas de hielo azul.
Y
lo que nos parecieron “palitos” en la nieve, resultaron ser excursionistas recorriendo
el glaciar. ¿Estamos locos o qué?
Aunque
hemos picado algo entre parada y parada, se va haciendo tarde y hay que seguir
la ruta… Aunque el lugar es increíble, hay que despedirse del glaciar.
Esta
carretera nos saca a la E-16, que tomamos en dirección sur hacia Lærdalsøyri donde comienza el súper túnel
de casi 25 kilómetros a Aurland.
Podéis estar tranquilos los que tengáis claustrofobia, porque cada cinco o
seis kilómetros hay áreas anti-pánico en las que dan ganas de hacer una fiesta.
Y,
a partir de aquí, los túneles se suceden. Túneles de todo tipo, con pendientes
pronunciadas tanto hacia arriba como hacia abajo, e incluso en modo giratorio
(tipo parking) con salida en lo alto de la montaña.
Eso sí, cuando se ve en
paisaje del exterior, es impresionante.
Llegamos
a Bergen por la E-16 pasadas las
cuatro de la tarde… y lo primero que hacemos es comer (en un McDonald’s) para
aprovechar la tarde viendo la ciudad. Dicen que Bergen es la Ciudad de la LLuvia, pero hoy el tiempo es clemente y la urbe es pura
vida.
En
el puerto, además de disfrutar del ambiente y los edificios típicos, podemos
coger uno de los múltiples cruceros que recorren los fiordos. De hecho, hay
excursiones que duran un día y combinan el recorrido en barco con el tren que
sube a Flåm.
Aunque
Bergen cuenta con innumerables atractivos turísticos, no podéis dejar de pasear
por Bryggen, el antiguo muelle hanseático patrimonio de la humanidad que
alberga algunos de los edificios más antiguos y llamativos de la ciudad;
algunos de ellos se pueden ver por dentro y los callejones y pasadizos que se
conservan dan una idea de cómo debía ser esta ciudad durante la Edad Media.
Además en esta zona hay muchas tienda de artesanía y recuerdos, terrazas donde tomar una cerveza y disfrutar del ambiente y, mi favorita: la tienda christmas-all-year Julehuset donde se pueden comprar verdaderas maravillas hechas a mano.
En
Bergen hay innumerables museos y galerías de arte, iglesias, edificios históricos,
el funicular Fløibanen, el mercado del pescado… Se necesitan al menos un par de
días para poder verlo todo.
Lamentablemente,
nosotros no disponemos de tanto tiempo, así que ponemos rumbo Este para
acercarnos cuanto podamos a Oslo. Los primeros campings que encontramos, todavía
cerca de Bergen, están llenos, así que tenemos que seguir por la E-16 hasta
Skulestadmo, donde pasamos la noche en el camping de cabañas de Tvinde.
Todas
las cabañas están en el valle, frente a una montaña de piedra negra, orientadas
de cara a la cascada. Llegamos tan cansados que hacemos picnic en el porche y
nos vamos a dormir.
Camping de Tvinde, Skulestadmo (http://www.tvinde.no/)
Coordenadas GPS: N 60°43'26.6'' E 6°29'18.1''
Kilómetros recorridos: 567
Coordenadas GPS: N 60°43'26.6'' E 6°29'18.1''
Kilómetros recorridos: 567
Día 13. TVINDE – OSLO – ØRJE (13.08.07)
Hoy queremos acercarnos lo más posible a la frontera, así que calculamos bien la ruta porque, viendo que los noruegos vas a 80 km/h por las carreteras grandes, quizá compensa más tomar vías secundarias que, no sólo ahorran distancias, sino que nos permiten disfrutar de lo inesperado. Por eso decidimos abandonar la E-16 y no volver a cruzar el túnel de los 24’5 kilómetros.
Cogemos la carretera
50 en Aurland y resulta ser todo un acierto. Comienza a nivel del mar junto a
un fiordo y, en lugar de subir la montaña por el típico camino de revueltas,
hay una serie de túneles en espiral que te llevan a la cima. Por si eso fuera
poco, cuando termina el puerto hay otro túnel de 5 kilómetros en línea recta.
Eso sí, las vistas desde arriba del fiordo bajo un mar de nubes son espectaculares.
Es
fácil entender porqué Noruega es uno de los mayores exportadores de energía eléctrica
de Europa: ¡todo está lleno de cascadas! Mires donde mires, hay agua cayendo
por las paredes de las montañas.
En
Hol cogemos la carretera 1 en dirección Oslo y, tras unos 400 kilómetros,
llegamos a la capital. Aunque no es una ciudad espectacular, merece la pena un
buen paseo por el centro, sobre todo si hace buen día.
En
la zona del puerto hay muchísimo ambiente, no sólo por los barcos que entran y
salen, sino por las terrazas de los bares y cafeterías que en verano son el
centro de reunión preferido de los noruegos.
Si tenéis tiempo, no dudéis en disfrutar de una buena cerveza o un cóctel en un de estos chiringuitos al más puro estilo chill-out... ¡si tenéis suerte y pilláis sitio!
Otra
de las cosas que llaman la atención es cómo disfrutan los noruegos de sus
parques: cualquier rinconcito donde hayan plantado hierba es invadido (con el máximo
cuidado) por una horda de nórdicos que se tiran sobre el césped como si de la
playa se tratara. Eso sí, cuando se van lo dejan todo limpio.
Comemos
en un restaurante italiano y, viendo lo mucho que les gusta a los noruegos el
dulce, no nos resistimos y sucumbimos a esos deliciosos helados…
Merece
una visita el Parque de las esculturas de Vigeland, el Vikingskipshuset, un
museo que alberga los dos barcos vikingos mejor conservados del mundo, y el
modernísimo edificio de la Ópera.
A
media tarde nos marchamos por la E-18 y empezamos a buscar un lugar donde
dormir. Justo antes de abandonar Noruega, cogemos la carretera 21 en Ørje (dirección
Norte) y nos alojamos en un camping de cabañas en Sukken (350 nok.). Cenamos un
picnic y nos vamos a descansar, que mañana hay que llegar hasta Uppsala.
Camping de Sukken, Ørje
Coordenadas GPS: N 59º30’49.8” / E 11 40’00.8”
Kilómetros recorridos: 481
Coordenadas GPS: N 59º30’49.8” / E 11 40’00.8”
Kilómetros recorridos: 481
Día 14. ØRJE – UPPSALA (14.08.07)
Desayunamos
y nada, más ponernos en marcha, entramos en Suecia donde nos ponemos a
velocidad de crucero (es decir: 120 km/h) porque afortunadamente los suecos
conocen el significado del término “autopista”.
A medio día llegamos a Estocolmo y aprovechamos para comer, dar una vuelta y hacer las últimas
compras. Tenemos suerte, pues de nuevo brilla el sol y da gusto pasear por la
ciudad.
Antes de que se haga muy tarde, nos vamos a Uppsala... a casa de nuestro amigo Zurab. Cenaremos en el griego y nos acostaremos tarde, pero aún nos quedan un par de días para disfrutar en buena compañía.
Uppsala
Kilómtros recorridos: 526
Kilómtros recorridos: 526
· · · · · · · · · · · · · · ·
Nuestro viaje toca a su fin. Da un poco de pena que se acabe, pero nos volvemos a España con un millón de recuerdos en nuestras mochilas y más de 6.000 kilómetros a nuestras espaldas.
para un semi-casi-biologo como yo esto es como un paraiso..me encanta todo..desde las casitas hasta los renos.
ResponderEliminarTengo que decir que fue precioso lo que deciste(dijeis) en el principio, si yo fuese todavia allí, no sabería nada deso, eso es bueno para las personas que nada saben, o poco saben destes sitios que son tan bellos pero tan caros. En mi idea son sitios muy caros, talvez los más caros de Europa, pero su vida tambien es buena. No me veria a vivir ahí, pero todo es muy lindo. Las fotos estan más que buenas, y no hay nada mejor que el increible de las pasajenes..
la verdad es que me encantaron los renos, en el medio de la calle.
De verdad que os deran ''multas'' por viajar más rapido que los indicaron, digo, dicen ''50'' y se andaren más que 50 de velocidad os multan? que fuerte! aqui hay eso, pero tanpoco sabería.
Me acuerdo de cuando vosotros veniran aqui y deciran que estaban locos como ellos respechan los sinales y las indicaciones... es muy divertido. Veo que gustaran mucho, y tengo que decir que la comida es preciosa, es casi hora de almuezar y ahora tengo más hambre después de ver todos eses platos JAJAJA.
Tengo aún que decir que vosotros quedan muy bien abrazados, teneis que hacerlo más veces :):)
muchos saludos, y espero la projima postajen! ;)
xoxoxoxox