domingo, 22 de julio de 2012

Rumbo Nordkapp


Nuestro plan: Estocolmo – Cabo Norte – Oslo – Estocolmo.
Dicen que ir a la aventura es arriesgado… pero también es divertido. Sin más, sacamos los billetes de avión y reservamos un coche de alquiler para poner rumbo Nordkapp. El resto lo decidiremos por el camino.

 
MOVILIDAD
No sé si de mayo a julio, con el sol de media noche, será posible llegar haciendo autostop, en plan mochilero… Lo que sí sé es que, cuanto más al norte, menos gente. Así que, al menos en lo concerniente a este asunto, lo mejor es alquilar un buen coche (hay algunas pendientes que te dejan sin respiración).
Las carreteras, tanto en Suecia como en Noruega, están en muy buen estado y, aunque las señales pueden parecer raras o fuera de lugar en alguna ocasión, lo mejor es seguirlas a rajatabla, sobre todo en lo concerniente a la velocidad. Creedme, las multas por sobrepasar los límites os llegarán… tienen cámaras de tráfico en los lugares más insospechados y solitarios.
Cerca de las grandes ciudades como Oslo hay que pagar peaje, así que llevad monedas preparadas y preguntar a algún lugareño cuántas coronas hay que pagar, porque no encontraréis casetas ni vigilantes, sólo una especie de embudo por donde echar las monedas… y claro que podéis pasar sin pagar, pero estas multas también os llegarán. Los nórdicos son gente seria.
Los mapas de carreteras son bastante fiables y en las oficinas de turismo tienen mapas específicos de cada zona que os darán gratis. Si encontráis carreteras turísticas (con el símbolo ), seguidlas; tienen las mejores vistas y os llevarán a sitios preciosos que, probablemente, no vengan en vuestras guías.
ALOJAMIENTO
En nuestro caso sólo teníamos claro el alojamiento del primer y último día, cerca de Estocolmo. Lo demás iba a depender de la ruta, de cómo se nos dieran esos 16 días de viaje… así que lo dejamos en manos del destino.
Os digan lo que os digan, en Suecia y en Noruega hay abundantes campings y en casi todas las poblaciones se alquilar cabañas (cabins o cottages, hytter en Suecia, stugar o rorbuer en Noruega). Quizá en temporada alta sea necesario que os hagáis con una guía (web) de campings y decidáis de antemano los kilómetros de vuestras rutas, reservando las cabañas con unos días de antelación. En agosto la afluencia de turistas es mucho menor y no tuvimos que preocuparnos por el alojamiento. En casi todas las cabañas hay sábanas, almohadas y fundas nórdicas, pero no está de más llevarse el saco de dormir y, por supuesto, toalla.
De cualquier modo, se puede acampar libremente en cualquier zona siempre que esté como mínimo a 300 metros de las casas. Y, si no fuera ese el caso, pidiendo permiso a los vecinos, que no ponen objeción porque son gente muy maja. Eso sí, recordad que estáis más al norte, que por las noches refresca bastante y hay humedad… además de animales salvajes que viven libremente por todas partes.
Hay pocos hoteles (a excepción de las grandes ciudades) y los precios son demenciales para la calidad que tienen… así que intentad quedaros a las afueras si vuestro presupuesto es limitado.
COMIDAS
No nos engañemos: el norte es caro. Pero, como todo depende del presupuesto de cada uno, es elección vuestra dónde queréis comer. En Oslo, Estocolmo y otras ciudades grandes la oferta es ilimitada: desde restaurantes de comida típica de la zona, hasta puestos callejeros. Tened en cuenta que incluso un menú de hamburguesa será mínimo cuatro euros más caro que en España. Recordad que su horario es diferente, por lo que a las ocho de la tarde muchos sitios pueden estar cerrados.
Debido a la ruta que elijáis y a los kilómetros que recorráis, no siempre será posible comer caliente en un restaurante; así que, cuando veáis un supermercado aprovisionaos bien. Nunca se sabe dónde va a estar el siguiente. Imprescindible bollitos para el desayuno (muy ricos los cinnamon rolls), pan, embutidos, fruta y bebidas… la mitad de las veces no os quedará más remedio que hacer picnic.
OTRAS CUESTIONES
* Las gasolineras. Hay bastantes… pero en el norte procurad llenar el depósito, que nunca se sabe dónde va a estar la siguiente. Funcionan de una manera bastante curiosa: pasas la tarjeta de crédito, se abre el surtidor, echas gasolina y vuelves a pasar la tarjeta. No os sorprendáis si encontráis únicamente un surtidor, sin caseta, ni gente, ni nada.
* Seguridad. Suecia y Noruega son dos países bastante seguros. En las ciudades grandes tomad las precauciones habituales respecto a vuestros bolsos y carteras. Eso sí, cuidado dónde aparcáis: procurad no dejar el coche muy pegado a otros vehículos, porque los nórdicos deben de tener el seguro a todo riesgo y no les importa rallarte el coche.
* Dinero. Llevad tarjeta, pero también moneda del país. En muchos sitios del norte sólo podréis pagar en efectivo.


Día 1. MADRID – STOCKHOLM – UPPSALA (01.08.07)
Después de 4 horas de vuelo, llegamos al aeropuerto de Stockholm. Un autobús gratuito nos lleva a la ciudad de los coches de alquiler donde recogemos un Volvo. Metemos todos los trastos en el maletero y ponemos rumbo a Uppsala, donde nos espera un amigo que nos acoge en su casa.
Comemos en un McDonalds con asientos de diseño y autoservicio de bebidas y ketchup. La chica que nos atiende nos indica la máquina donde tenemos que pagar: podemos hacerlo con la tarjeta o en efectivo, y la máquina te da el cambio. El no va más del civismo son los cubos de basura: uno para los envases de cartón, otro para el plástico, otro para lo orgánico y una pila donde tirar los líquidos y el hielo. Nadie se va de su mesa sin antes recogerla.
Dejamos las maletas en casa de nuestro amigo Zurab y nos vamos a aprovechar la tarde visitando la catedral de Gamla Uppsala, la primera de Suecia, construida entre los siglos XII y XIII. Aunque parte del edificio fue destruido, la iglesia es preciosa. El campanario está en un edificio adyacente, junto al cementerio que, lejos de lo que estamos acostumbrados, parece una colección de pequeños jardines sobre cada tumba.



En los alrededores hay un precioso parque, con senderos que discurren entre lo que parecen pequeñas colinas y que son en realidad antiguos túmulos funerarios, algunos de ellos del siglo V.
Muy cerca de la iglesia se encuentra Disågarden, un museo al aire libre (entrada y parking gratuitos) donde se puede ver cómo vivían los habitantes de la zona a finales del siglo XVIII: la siembra de primavera, la siega, la cosecha y las fiestas de verano (http://www.upplandsmuseet.se/DISAGARDEN/).

   
Volvemos a Uppsala  y damos un paseo por el centro de la ciudad, buscando un sitio para cenar.  Nos decidimos por el restaurante griego Tzatiki, junto al río (http://www.tzatziki.se/).

¡Qué gran acierto! La comida está  deliciosa y, aunque hace un poco de fresco, los suecos piensan en todo con tal de poder aprovechar la terraza: mantitas de Ikea y estufas. 



Recordad que estamos más al norte… y que amanece realmente temprano. Así que, si la luz os molesta a la hora de dormir, no olvidéis llevar un antifaz, porque ni en las casas, ni en las cabañas, ni en ningún sitio suele haber cortinas…


Día 2. UPPSALA – STOCKHOLM – UPPSALA (02.08.07)
Hoy pasamos el día en Stockholm. Hay mucho que ver, así que esperamos tener algún día de sobra al final del viaje para poder volver. Vamos directos a Gamla Stan, “la ciudad vieja” o “ciudad de los puentes”.

Es el casco antiguo medieval, recorrido por calles adoquinadas, alberga edificios históricos, museos, el Palacio Real, la estatua de San Jorge aplastando al dragón y un sinfín de tiendas de artesanía local, curiosidades y souvenirs. 

Västerlånggatan y Österlånggatan son las calles principales del barrio. El punto central de Gamla Stan es Stortorget, la plaza más antigua de Stockholm; de allí sale Köpmangatan, la calle más antigua de mencionada ya en el  siglo XIV.
Aunque es normal encontrar todo tipo de restaurantes y establecimientos en las principales ciudades, no deja de sorprendernos ver un bar de tapas español como el restaurante BarCelona o el bar chill-out Josefina, al más puro estilo Ibiza, con su música discotequera, sus puffs gigantes al aire libre y hasta reservados en medio del parque. Pero, como no hay tiempo que perder, comemos un plato de la casa en el Kebab Jerusalem, situado en una de las callejuelas que salen de Köpmangatan.
 

No podemos marcharnos hoy de Stokholm sin visitar el Vasamuseet, en la isla Djurgården, que alberga un barco del siglo XVII que se conserva en el mundo, el Vasa. Se trata de un buque de guerra de 69 metros de eslora, que naufragó en 1628 y se recuperó 333 años después. (http://www.vasamuseet.se/sv/Sprak/Espanol/




También merece una visita Södermalm, el barrio más bohemio y multicultural al que se accede desde Gamla Stan por medio de Slussen, una esclusa que controla el paso de barcos entre el lago Mälaren y el mar Báltico. Aquí podéis encontrar tiendas de diseño, decoración, moda, etc. En Söder también se encuentra Katarinahissen, la atracción más antigua de Stockholm: un ascensor que se eleva 38 metros ofreciéndonos unas vistas inmejorables de toda la ciudad. 

 


Se va haciendo tarde, así que nos volvemos a Uppsala buscando la carretera que lleva al castillo Skokloster, situado a orillas del lago Märalen (http://skoklostersslott.se/en/visit/castle). 

Cuando llegamos ya está cerrado, pero merece la pena dar un paseo por los alrededores y el embarcadero. Además, de camino hemos encontrado varias señales que indican runas, así que nos adentramos por los senderos del bosque para encontrar algunas de las más de 2.000 piedras rúnicas que hay en Suecia.



 
Día 3. UPPSALA – NORRFÄLLSVIKENS (03.08.07)

Comienza de verdad la aventura. Abandonamos la seguridad de los amigos y comienzan los kilómetros por la E-4. Ahora es cuando realmente nos damos cuenta de lo poco que se parece esto a lo que conocemos: sólo hay bosques y lagos por todas partes… y poquísimas poblaciones. Comemos de picnic en Norrbränningen, en un área de descanso junto a un lago, pero el tiempo no acompaña, el cielo está cubierto y empieza a chispear, así que seguimos hacia el norte sin olvidar que debemos encontrar un lugar para dormir.


Nos salimos de la E-4 casi por intuición y acabamos en el Norrfallsvikens, el camping del pueblo pesquero de Mjallom. Es un lugar increíble. Las casas están junto a la orilla, muchas tienen pequeños embarcaderos, y hasta hay restaurantes flotantes.

Nos alojamos en una cabaña (450 sek.) con vistas a la lengua de agua que se adentra en la tierra. Tiene de todo, hasta una mesa con bancos en el porche.
  

Finalmente el cielo se despeja y podemos disfrutar de un tarde tranquila paseando por los alrededores. Cenamos en un restaurante cercano (Fiskaffär) que, aunque ofrece pescado local, tiene unos platos de pollo con una pinta increíble. Y, de postre, creppes con mermelada y nata.


El atardecer en la orilla es espectacular. Ha merecido la pena recorrer 444 kilómetros para llegar aquí. Aunque la idea original era llegar a Sundsvall, al llegar descubrimos que no tiene nada de encanto… es una ciudad grande, industrial, productora de electricidad. 

La idea era dejarnos llevar, y Norfällsvikens ha superado con creces nuestras expectativas. Las 22:00 horas y todavía podemos disfrutar del sol.


Norrfällsvikens Camping (Mjallom) (http://www.norrfallsvikenscamping.com/)
Coordenadas GPS: N 62º58’19.6” / E 18º31’32.1”
Kilómetros recorridos: 444





Día 4. NORRFÄLLSVIKENS – KÅBDALIS (04.08.07)
Desayunamos en el porche de la cabaña y deshacemos el camino hasta llegar a la E-4. Aunque el paisaje empieza a hacerse monótono (venga bosques y lagos por todas partes), vamos emocionados por la esperanza de encontrar algún reno, ya que cada vez son más abundantes las señales de tráfico que advierten de su presencia.


Comemos de picnic en un área de descanso pasado Umeå. Parece ser que esta será lo habitual, pues no abundan los restaurantes de carretera.

Mirando la guía, vemos que de camino podemos parar a ver los rápidos de Storforsen. En Piteå abandonamos la carretera principal y cogemos la 347; 40 kilómetros al norte de Älvsbyn el río Pite se precipita por cinco kilómetros de rocas a 250 m3/s. 


Cuando sales del coche en la zona de aparcamiento, el sonido del agua ya te impresiona… cuando lo ves, te quedas sin palabras. La zona está completamente acondicionada sin perder el estilo natural: hay rampas para minusválidos, pasarelas y vallas en las zonas más peligrosas, barbacoas de piedra con bancos entre los árboles, barandillas, puentes, pasamanos para no resbalar… Y puedes acercarte todo lo que quieras, pero ten cuidado.


Justo donde acaban los rápidos hay un hotelazo en el que ni nos planteamos dormir… pero donde preguntamos si dan cenas. Lamentablemente la cocina cierra a las 20:00 y se nos ha hecho tarde. Volvemos a la carretera, pensando que esta noche nos tocará acampar. 


 
Afortunadamente, en un pueblo llamado Kåbdalis vemos un cartel que anuncia cabañas, así que ni cortos ni perezosos acercamos a una casa que pone “Reception” y un hombre muy majo nos indica que tiene unos bonitos apartamentos. Le seguimos en coche hasta la ladera de la montaña donde nos espera una cabaña deluxe. Es un resort de ski. De hecho, el dueño nos aconseja que busquemos otras estaciones, porque al ser temporada baja nos saldrá mucho más barato (300 sek.).



No podemos olvidar el momentazo del día. Miguel va conduciendo un poco por encima del límite (que por aquí es 110 km/h) mientras yo voy enfrascada en mi el mapa, buscando la mejor ruta para ir el día siguiente hasta Kiruna. A lo lejos, ve lo que le parece un tío en bici, pero a esta velocidad nos acercamos muy deprisa y de repente grita… ¡UN RENO! Casi me da un infarto, entre el grito y el frenazo. ¡Hazle una foto! ¡Hazle una foto! Y, como pude, se la hice. Pero enseguida pasó otro coche y el reno se asustó, metiéndose entre los árboles.

 
Kåbdalis, Carretera E-45 dirección Norte (hacia Jokkmokk).
Coordenadas GPS: N 66 09’21.1” / E 19º59’29.5”
Kilómetros recorridos: 640

 


Día 5. KÅBDALIS – NEDRE SOPPERO (05.08.07)
Ya lo dicen las señales: hay que tener cuidado con los renos. Parece que a partir de esta zona es donde están los renos, así que si no queréis tener sustos, id atentos y respetad los límites de velocidad… Porque doy fe de que están allí y cruzan sin mirar.





Incluso los hay que salen de una pista forestal, te adelantan por la derecha, hacen un giro de 180º para cambiar de dirección y se marchan en el otro sentido persiguiendo a los coches.

No sólo tenemos que esquivar renos, sino ciclistas que van tumbados en sus bicis, literalmente.



Entramos en Laponia, la zona de los Grandes Lagos, y la verdad es que el nombre es bien merecido. Hay tantísima agua por todas partes que los kilómetros no cunden nada, pero el paisaje es precioso.

Cruzamos el Círculo Polar Ártico o Polcirkeln. A pie de carretera, junto a un lago, hay una especie de chiringuito que tiene una tienda y una cafetería, y unos paneles explicativos en el exterior. Es un poco decepcionante, la verdad. Supongo que lo habíamos idealizado. Venden algunos souvenirs y hasta un certificado de haber cruzado la línea, pero es todo un poco cutre y caro.


 
Un poco más adelante llegamos a Jokkmokk, un pueblo pequeñito con casas de una planta, bien organizado. Es curioso como, después de la “línea” las cosas son diferentes. Aprovechamos para comer en el pueblo, pizza y ensalada.

Paramos en un supermercado para aprovisionarnos bien y descubrimos que los “Consum” son más caros y tienen poca variedad. Mucho mejor comprar en los “Ica”.

 





Antes de llegar a Kiruna, paramos en el Ice Hotel, en Jukkasjärvi. Aunque en verano no tienen las maravillosas estructuras de hielo ni los iglúes que construyen con los bloques que sacan del lago helado, las cabañas son preciosas y merece la pena también visitar la tienda de recuerdos.




Kiruna es la otra decepción del día. Está rodeada de enormes colinas de escombros y cortados que dejan a la vista la huella de la explotación minera de hierro. La mayoría de los edificios tienen muchas partes construidas con este metal, ya muy oxidado.Deshacemos el camino para volver a la E-45 y buscar un sitio donde pasar la noche. Encontramos un bonito grupo de cabañas en Nedre Soppero, en una pradera junto a un lago.


Nos atiende una señora que supera la setentona y que sólo habla sueco. Al final conseguimos entendernos y nos da una especie de fichas que hay que poner en las duchas para que funcionen.


Disfrutamos de una maravillosa puesta de sol mientras hacemos picnic para cenar. Estamos completamente solos.


La cabaña está genial, es más grande que las anteriores y al mismo precio (300 sek.) 


Nedre Soppero
Coordenadas GPS: N 68º02’39.9” / E 21º45’45.8”
Kilómetros recorridos: 433



Día 6. NEDRE DOPPERO – OLDERFJORD (06.08.07)
Al final anoche llegaron vecinos, que han decidido marcharse al amanecer, es decir: a las tres y media de la madrugada, armando todo el jaleo que podían. Nos ha costado dormirnos y no hemos descansado nada, pero no podemos perder un día de ruta, así que seguimos rumbo norte por la E-45 y después por la 93 y salimos de Suecia para entrar momentáneamente en Finlandia.




La frontera prácticamente no existe, pero aprovechamos una curiosa multiseñal (no sé si esto tiene algún nombre), o rosa de los vientos pinchada en un palo con banquitos alrededor, y desayunamos unos bollitos suecos que aún nos quedan.  

Karesvando GPS: N 68º26’30.8” / E 22º28’38.7”.

Finlandia dura poco. En seguida estamos en Noruega (otra frontera inexistente) y empiezan a producirse fenómenos naturales que marcarán este día de ruta. Para empezar, cuando nos acercamos a la costa empieza a llover… tanto que en algunos momentos no se ve el asfalto. De vez en cuando se produce algún claro y se escapan tres rayos de sol. Paramos en Karasjok para visitar el parlamento sami, que tiene forma de choza tradicional (pero de hormigón).

 
Aprovechamos para comer en un restaurante grill, donde probamos una carne en salsa deliciosa parecida la ragout, con patatas y salsa de arándanos. Desde luego, no nos podemos quejar de la comida.

En este punto nos desviamos para coger la E-6 dirección norte y pronto llegamos al primer fiordo, pasado Lakselv. Se trata de un valle glaciar (con forma de U) en el que queda espacio para una enorme lengua de mar. La marea está baja, así que se ve toda una planicie de arena blanca y algas donde la gente ha parado a disfrutar del panorama… y en la orilla, unas chozas sami. Hablamos con unos chicos polacos, que han van dirección Cabo Norte y llevan recorridos más de 3.000 kilómetros desde su país. Dicen que, hace un rato, han visto dos arcoíris a la vez… lástima no haber llegado antes.


Recorremos unos pocos kilómetros más y volvemos a parar en otro apeadero porque el cielo se está poniendo dramático y, aunque sólo dura un instante (y no da tiempo a fotografiarlo bien) el Universo nos regala tres arcoíris… ¡y cinco renos!
 

A partir de aquí, el tiempo mejora pero las emociones no disminuyen. Vemos la primera señal de “peligro: cordera y cría” y, efectivamente empiezan a aparecer corderas con sus crías por toda la orilla de la carretera. 
 

Decidimos finalizar la ruta de hoy en Olderfjord, se está haciendo tarde e ir más al norte puede ser arriesgado. No hay muchas opciones, así que cogemos una habitación en el hotel (la friolera de 695 nok.). Hay tienda y restaurante, pero es todo frío y precocinado. Fisgamos un poco y nos vamos a dar una vuelta.


Seguimos un poco por la carretera, buscando otra opción para cenar y de pronto una manada de quince renos cruza el asfalto y se va tranquilamente hacia la orilla del mar comiéndose la hierba de la ladera. Por primera vez podemos verlos detenidamente. Hay madres con sus crías, machos enormes, un ejemplar blanco con los cuernos rosas… ¡los cuernos! ¡tienen los cuernos peludos!

Se tumban en las rocas, nos observan, dormitan, se cambian de sitio… e incluso vuelven a cruzar la carretera como para despedirse. Es una auténtica pasada… son tan salvajes y a la vez tan mansos…
 
Ha sido un día muy largo. Hacemos picnic en la minúscula habitación del hotel y no nos queda energía para más.
 






Olderfjiord
Coordenadas GPS: N 70º 28’46.8” / E 25º03’58.2”
Kilómetros recorridos: 476  






Día 7. OLDERFJORD – NORDKAPP – LANGFJORD (07.08.07)
Desayunamos en el buffet del hotel (bastante cutre) y comenzamos el ascenso a Cabo Norte de buena mañana. Los renos de la tarde anterior siguen en el mismo sitio, tomando el sol. Pero pronto comprobamos que estos animales campan a sus anchas portadas partes, incluidos los túneles.

  


Hay unos 150 kilómetros hasta Nordkapp. En los primeros 50, la carretera está bastante mal, llena de baches, muy estrecha y con acantilados a la derecha. Además, aunque sólo son las diez de la mañana, no dejan de bajar autocares. Y no podemos olvidarnos de los renos, que no se apartan ni se asustan porque están más que acostumbrados a la presencia humana. Hay que ir despacio porque hay muchos túneles y curvas y no sabes dónde te vas a encontrar a los renos. De hecho, casi nos atropella uno que salió de la cuneta sin previo aviso.


Luego el asfalto mejora y el paisaje cambia: laderas suaves y espaciosas, lo que hace que la gente acampe por todas partes. Este trayecto cuesta una pasta: primero 192 nok. por cruzar un túnel de 8 kilómetros con una pendiente de 10% (primero baja y luego sube); después 110 nok./persona (precio estudiante) de la entrada al recinto al aire libre de Nordkapp (válida para pasar dos días). 
 
No sé si será cosa mía, pero Cabo Norte no tiene mucho de interesante. Es un acantilado grande, con una cafetería, una tienda de recuerdos y poco más. Pero la sensación de estar en el punto más al norte del continente europeo, el ambiente, la gente… lo convierten en un lugar especial. (http://www.nordkapp.no)



Queremos encontrar un buen sitio para comer antes de que se haga tarde, así que de bajada sólo paramos en los puestos samis.
Por curiosidad más que por otra cosa, vamos entrando en todas las tiendecitas, pero no picamos
porque, estando tan cerca de Cabo Norte, los precios son un poco abusivos.



Paramos en Honningsvåg, que es un pueblo pesquero, con preciosas casas en las incontables islitas que hay en el fiordo. Comemos en un restaurante pequeño donde hacen unas hamburguesas caseras deliciosas y seguimos nuestro camino.
   
Dejamos la E-69 a la altura de Russenes y seguimos por la E-6 dirección oeste. Nuestra siguiente parada es Alta, una ciudad moderna y bastante grande.
Tiene un bonito museo que alberga muestras de la cultura local y representaciones de las pinturas rupestres de la zona. Desde el parque que lo rodea hay unas magníficas vistas de todo el fiordo. Los noruegos respetan los límites de velocidad a rajatabla, así que hemos tardado la tira en cruzar la ciudad… algo me dice que en este país se lo toman todo con mucha calma.



Pasamos la noche en el camping Altafjord en Langfjord

Las vistas son inmejorables, el agua del fiordo parece un espejo esmeralda y la tranquilidad que se respira es el perfecto desenlace para este largo día. 

Disfrutamos la puesta de sol (que se pone a las 22:41 y sale a 2:32) y cenamos de picnic en la cabaña (330 nok.).



 




 







Camping Altafjord, Langfjord
Coordenadas GPS: N 70º01’41.6” / E 20º16’54.2”
Kilómetros recorridos: 475




Día 8. LANGFJORD –  LØDINGEN (08.08.07)
Lo primero y más importante hoy era aprovisionarnos bien en un supermercado porque algo me dice que, con tanto fiordo y los noruegos a su media de velocidad, la carretera no va a cundir tanto como otros días. Desayunamos unos bollitos y zumo en un área de descanso con tiendecitas samis y, esta vez sí, nos compramos unos gorros típicos lapones.
Siguiendo por la E-6, las vistas de las lenguas de mar turquesa desde las partes más altas del camino son impresionantes. No puedo ni imaginarme cómo será esto en invierno, pero tienen legiones de palas quitanieves preparadas para usarse.



Cogiendo la E-8 a la altura de Nordkjosbotn, se llega a Tromsø: una ciudad grande unida al continente por un puente enorme. Tromsø alberga la universidad situada más al norte del mundo; es cosmopolita y ofrece un sinfín de posibilidades: avistamiento de ballenas, el museo de cultura sami, Polaria (acuario ártico), jardines botánicos, la Catedral Ártica o el teleférico Fjellheisen que sube a la montaña Storsteinen a 420 metros sobre el nivel del mar proporcionando unas vistas panorámicas inigualables de la ciudad y los fiordos.
 
Comemos en Nordkjosbotn, filete de la zona con patatas y ensalada. Debe ser el día de visita a los abuelos, porque hay cantidad de familias pasando el día con sus mayores, disfrutando del buen tiempo y de los postres del restaurante, que eran una pasada.


 
Hay que armarse de paciencia, no porque la carretera sea mala, sino porque sólo hay un carril para cada sentido, hay bastantes curvas en la zona de costa y la señalización es escasa. Además hay dos tipos de conductor noruego: el que va a 60 km/h y no facilita el adelantamiento; y el que va flipado, adelantando donde no hay visibilidad y utilizando durante tiempo indefinido el carril contrario. Menos mal que el paisaje es impresionante y aprovechamos para parar a hacer fotos a los glaciares hacia los que vamos.


Siguiendo por la E-6 dirección Narvik, tomamos el desvío de la E-10 para dirigirnos a las Islas Vesterålen, que preceden a las Lofoten. Hay pequeñas playas agua turquesa y pequeñas piedras que se cubren de algas con la marea baja.


Los noruegos isleños tienen sus casa en los lugares más increíbles y de difícil acceso, como colinas aisladas o pequeñas islas a las que sólo se puede llegar por el agua. Eso sí, tiene sus propios barquitos y embarcaderos. Es un lugar hermoso.



Encontramos un camping de cabañas (400 nok.) justo al lado de un lago y cenamos en su terraza-restaurante un kebab de pincho moruno a la parrilla que está delicioso.
 







Camping Lofoten, Lødingen (Vesterålen Islands)
Coordenadas GPS: N 68º26’49.8” / E 15º57’01.8”
Kilómetros recorridos: 511




Día 9. LØDINGEN –   SØRVÅGEN (09.08.07)
 
Amanece completamente nublado. Llueve a mares y no se puede pasar de los 60 km/h.



El plan original es recorrer las Lofoten y coger el ferry a Bodø para pasar la noche en el continente, por eso tomamos un primer ferry que nos lleva desde Lødingen (en las Vesteralen) a Hanøy (en las Lofoten) entrando por el fiordo y nos evita un montón de carretera con curvas, túneles y peajes. Aprovechamos para desayunar y echarnos una mini siesta mañanera.

Nada más desembarcar en las Lofoten nos quedamos boquiabiertos: el paisaje, aunque el día esté desapacible, es absolutamente increíble. Parece que estemos en Parque Jurásico… todo es verde intenso, islas y más islas con picachos que se esconden en la niebla, cascadas que caen desde las nubes… Flipante. 

Las pocas casas que componen los pueblecitos parecen de juguete al lado de estas gigantescas rocas cubiertas de hierba. Da la sensación de estar en una gigantesca maqueta.


 
Paramos en Leknes a comer y, aunque no hay mucho donde elegir, encontramos un restaurante pseudo-italiano (Lille Milano) donde degustamos pollo al grill y tacos picantes (¡y vaya si picaban!).





En Reine intentamos coger el ferry para ir hasta Bodø. Y digo “intentamos” porque después de casi dos horas haciendo cola detrás de un montón de vehículos, no cabemos todos en el barco. Nos quedamos a tres autocaravanas de distancia. No nos queda más remedio que pasar la noche en las Lofoten. Eso sí, sacamos ya el billete para el primer ferry del día siguiente.
Hay que buscar un lugar para dormir, así que seguimos por la E-10 en dirección A (el último pueblo en la punta de la isla) aprovechando para fotografiar prácticamente cada rincón, pues todo es pintoresco.



El agua, a pesar de que el cielo está completamente cubierto, es un espejo esmeralda… y la arena de las playas completamente blanca.



En Sørvågen encontramos a una señora que alquila esas cabañas de pescadores tan chulas que están literalmente sobre el mar (rorbuer). Es una lástima no tener más días para pasarlos aquí, en esta maravillosa cabaña con salón, dos habitaciones, cama de matrimonio, tele y terraza colgante que hemos cogido (550 nok.).


Este pueblo de pescadores debe ser aún más bonito con la luz del sol y el ambiente del puerto.


Cenamos en un maravilloso restaurante en el pueblo llamado Mara Anna, donde nos ofrecen el pescado local típico de las Lofoten cocinado con verduras y una salsa deliciosa. Esto acaba de convencernos: hay que volver aquí algún día.



















Sørvågen, Lofoten Islands
Coordenadas GPS: N 67º53’08.8" / E 13º00’59.1”
Kilómetros recorridos: 268






Día 10. SØRVÅGEN –  NAMSSKOGAN (10.08.07)

Nos hemos levantado a las 5:20 porque había que coger el ferry a las 6:00. Llegamos por los pelos, entrando en el puerto haciendo rally y decidimos echarnos una cabezadita en el barco, pues el trayecto dura tres horas y cuarto (y cuesta 687 nok. De Moskenes a Bodø).

Bodø es una ciudad un poco sosa, pero en la guía que llevamos dice que muy cerca se encuentra Saltstraumen (coordenadas GPS: N 67° 1400 / E 14° 3700″), uno de los mayores torbellinos de marea del mundo. Se ve que hay que estar allí justo cuando cambia la marea, porque nosotros no vemos más que una ligera corriente sobre unas piedras de aspecto extraño.

 
 

Siguiendo por la E-6, llegamos al Polarsirkelen o Círculo Polar Ártico. Está mucho mejor montado que en Suecia. Tienen una preciosa y amplia cafetería, tienda de souvenirs y recuerdos de calidad y en los alrededores hay varios monolitos con las coordenadas GPS.




No sé cómo será a principios de verano, pero a día 10 de agosto la temperatura es de 7º y sopla un viento del norte que te despeja todas las ideas. 
De hecho, en los alrededores hay varios neveros.







Es impresionante la explanada que rodea el edificio que, por cierto, tiene una curiosa forma. Los visitantes han formado tantos hitos con las piedras de la zona que hasta han colocado señales que prohíben hacerlos. ¿Cómo resistirse?

22 kilómetros al norte de Mo i Rana, se encuentra la cueva Grønlingrotta, nuestra siguiente parada. Es una gruta subterránea, a la que se accede con guía, y que recorre un tramo del río subterráneo permitiendo ver varios saltos de agua. 



Abre de 10 a 19 horas, del 15 de junio al 20 de agosto. 
Hay una excursión cada hora y sólo es necesario calzado adecuado y ropa de abrigo. 
Cuesta 100 nok./persona.
 
Está siendo un día bastante frustrante en cuanto a la carretera. El tiempo no acompaña, el asfalto está bacheado y los noruegos siguen en su línea de ir a 80 km/h. No nos cunde nada… Así que a las seis de la tarde empezamos a buscar un lugar para dormir y encontramos un bonito camping de cabañas junto a un río en Namsskogan


Estamos solos y las instalaciones son estupendas. Es una pena que no haya restaurante, porque nos toca repetir el picnic del mediodía. 

De cualquier modo… el que quiere, encuentra diversión.















Mellingsmo Camping, Namsskogan
Coordenadas GPS: N 65º02’20.7” / E 13º17’11.3”
Kilómetros recorridos: 451





 
Día 11. NAMSSKOGAN –  DOVRESKOGEN (11.08.07)

Después de dormir doce horas, porque el cuerpo ya pedía un descanso, paramos a comprar provisiones en Steinkjer sabiendo que hoy nos espera un largo día de carretera para acercarnos lo más posible a Bergen. 

Hacemos acopio de zumos, bollitos y demás productos y nos ponemos en marcha.




Como ya he dicho, hoy es día de carretera… por lo que se suceden las anécdotas debido a la conducción de los noruegos. Lo primero que ocurre con muchos de ellos es que, cuando te acercas para adelantar, se asustan y se van mucho hacia su derecha. De hecho hoy una señora se nos ha salido del todo y ha parado junto al asfalto (pues no existe el arcén). 


Otra cosa que ocurre es que las áreas de descanso no son siempre accesibles para todos: suelen estar en un lado de la carretera y, si vas en la otra dirección, la línea continua o incluso el cable divisorio de acero no te deja acceder a ellas.




 
En las proximidades de Trondheim nos hemos encontrado con el único noruego al que le gusta la velocidad y viendo nuestro ritmo no ha podido soportarlo y se ha picado. Él iba en un Touareg y se ha puesto en paralelo, echándonos una mirada asesina que ha hecho que mi acompañante y piloto se agarrara fuertemente al volante y se tragara de golpe todos los ositos de gominola que llevaba en la mano… todos menos uno, que se ha quedado incrustado en su dedo debido a la tensión del momento. Nos ha dado un ataque de risa es plena autopista y hemos dejado que el noruego se alejara farfullando a toda velocidad.


Seguramente debido a la parsimonia con la que conducen los noruegos, la gente cruza las carreteras por los lugares más insólitos y sin preocuparse lo más mínimo. Así que casi nos llevamos puestos a dos señores que llevaban un queso como una rueda de bici y cruzaban la carretera en una curva después de un cambio de rasante. En esta zona ya no hay renos, pero sí peatones suicidas.

En esta zona, las casas son de madera muy oscura, casi siempre pintada de negro, y tienen césped en el tejado… ¡algunas hasta tienen arbolitos! Aunque ya no son muy habituales y muchas de ellas son pequeños museos, en el siglo XIX eran de lo más normal. Es un sistema muy útil para aislar la vivienda del frío.


Nos quedamos en un camping, a unos 200 kilómetros de Bergen (550 nok.). A medio día hemos comido en un “Kru” de carretera, una hamburguesa casera con patatas fritas… pero por aquí no hay nada; así que hacemos picnic en nuestra cabaña junto al río.



 






Camping  de Dovreskogen
Coordenadas GPS: N 61º55’43.9” / E 9º19’1.2”
Kilómetros recorridos: 528






Día 12. DOVRESKOGEN –  BERGEN – TVINDE (12.08.07)
Lo que en un principio parecía otro día de tránsito, se convirtió en una jornada espectacular, muy larga y agotadora… una de las mejores rutas.
A los pocos kilómetros de Dovreskogen abandonamos la E-6 y cogemos la RV55 en Otta para evitar el tráfico. En seguida llegamos a Lom, un pueblo precioso de casas negras de madera, famoso por estar ubicado en medio de una de las montañas más altas de Europa.



Además Lom conserva una de las pocas iglesias de madera que quedan intactas en Noruega.




Lom tiene muchos otros atractivos, como el Norsk Fjellmuseum, el museo de montaña noruego que es además el centro de información del Parque Nacional Jotunheim; un museo al aire libre, un centro de minerales, la Columna de Sagasøyla Boverdalen.




De Lom sale también la Ruta 55 sobre el glaciar Sognefjell, el paso de montaña más alto de Europa.

Mirando el mapa, nos damos cuenta de que para llegar a Bergen vamos a tener que cruzar un fiordo… y eso, muy probablemente, implica un ferry. Buscamos una alternativa y, en un pueblecito llamado Turtagø, tomamos una pista asfaltada que lleva hasta Øvre Ardal. Se trata de un camino que se utilizaba para el mantenimiento de la red eléctrica.

Pagamos el peaje en esta curiosa caseta. Nos cuesta 50 nok. y realmente merece la pena.

La carretera nos lleva por la montaña, entre gigantescas paredes de piedra, cascadas, neveros y la lengua del glaciar. Y paramos a cada rato para hacer fotos y disfrutar de las vistas. El día parece desapacible, pero en realidad se puede estar perfectamente en manga corta.


Aunque parezca mentira, hay gente que vive aquí arriba.

Creo que este día batimos récord de fotos, pero es que el lugar lo merecía. En un momento de descuido, mi acompañante desapareció y lo descubrí en mitad de la ladera gritando algo y agitando los brazos. Tuve que empezar a subir yo también para poder entenderle, porque lo que oía era surrealista. ¿Un topito peludo? No puede ser… Pero sí que era. Y no solo uno. ¡Muchos! ¡¡¡Muchos… lemmings!!!

Un poco más adelante, en la siguiente parada, descubrimos la primera lengua del glaciar. Era impresionante estar tan cerca de aquellas grietas de hielo azul.
 
Y lo que nos parecieron “palitos” en la nieve, resultaron ser excursionistas recorriendo el glaciar. ¿Estamos locos o qué?


Aunque hemos picado algo entre parada y parada, se va haciendo tarde y hay que seguir la ruta… Aunque el lugar es increíble, hay que despedirse del glaciar.
 


Esta carretera nos saca a la E-16, que tomamos en dirección sur hacia Lærdalsøyri donde comienza el súper túnel de casi 25 kilómetros a Aurland. 
Podéis estar tranquilos los que tengáis claustrofobia, porque cada cinco o seis kilómetros hay áreas anti-pánico en las que dan ganas de hacer una fiesta.

 

Y, a partir de aquí, los túneles se suceden. Túneles de todo tipo, con pendientes pronunciadas tanto hacia arriba como hacia abajo, e incluso en modo giratorio (tipo parking) con salida en lo alto de la montaña. 
Eso sí, cuando se ve en paisaje del exterior, es impresionante.




Llegamos a Bergen por la E-16 pasadas las cuatro de la tarde… y lo primero que hacemos es comer (en un McDonald’s) para aprovechar la tarde viendo la ciudad. Dicen que Bergen es la Ciudad de la LLuvia, pero hoy el tiempo es clemente y la urbe es pura vida.
En el puerto, además de disfrutar del ambiente y los edificios típicos, podemos coger uno de los múltiples cruceros que recorren los fiordos. De hecho, hay excursiones que duran un día y combinan el recorrido en barco con el tren que sube a Flåm.
Aunque Bergen cuenta con innumerables atractivos turísticos, no podéis dejar de pasear por Bryggen, el antiguo muelle hanseático patrimonio de la humanidad que alberga algunos de los edificios más antiguos y llamativos de la ciudad; algunos de ellos se pueden ver por dentro y los callejones y pasadizos que se conservan dan una idea de cómo debía ser esta ciudad durante la Edad Media.


Además en esta zona hay muchas tienda de artesanía y recuerdos, terrazas donde tomar una cerveza y disfrutar del ambiente y, mi favorita: la tienda christmas-all-year Julehuset donde se pueden comprar verdaderas maravillas hechas a mano.





En Bergen hay innumerables museos y galerías de arte, iglesias, edificios históricos, el funicular Fløibanen, el mercado del pescado… Se necesitan al menos un par de días para poder verlo todo.
Lamentablemente, nosotros no disponemos de tanto tiempo, así que ponemos rumbo Este para acercarnos cuanto podamos a Oslo. Los primeros campings que encontramos, todavía cerca de Bergen, están llenos, así que tenemos que seguir por la E-16 hasta Skulestadmo, donde pasamos la noche en el camping de cabañas de Tvinde.

 


Todas las cabañas están en el valle, frente a una montaña de piedra negra, orientadas de cara a la cascada. Llegamos tan cansados que hacemos picnic en el porche y nos vamos a dormir.

Camping de Tvinde, Skulestadmo (http://www.tvinde.no/)
Coordenadas GPS: 
N 60°43'26.6'' E 6°29'18.1''
Kilómetros recorridos: 567


 
Día 13. TVINDE –  OSLO – ØRJE (13.08.07)

Hoy queremos acercarnos lo más posible a la frontera, así que calculamos bien la ruta porque, viendo que los noruegos vas a 80 km/h por las carreteras grandes, quizá compensa más tomar vías secundarias que, no sólo ahorran distancias, sino que nos permiten disfrutar de lo inesperado. Por eso decidimos abandonar la E-16 y no volver a cruzar el túnel de los 24’5 kilómetros.
Cogemos la carretera 50 en Aurland y resulta ser todo un acierto. Comienza a nivel del mar junto a un fiordo y, en lugar de subir la montaña por el típico camino de revueltas, hay una serie de túneles en espiral que te llevan a la cima. Por si eso fuera poco, cuando termina el puerto hay otro túnel de 5 kilómetros en línea recta. Eso sí, las vistas desde arriba del fiordo bajo un mar de nubes son espectaculares.

  
Es fácil entender porqué Noruega es uno de los mayores exportadores de energía eléctrica de Europa: ¡todo está lleno de cascadas! Mires donde mires, hay agua cayendo por las paredes de las montañas.


En Hol cogemos la carretera 1 en dirección Oslo y, tras unos 400 kilómetros, llegamos a la capital. Aunque no es una ciudad espectacular, merece la pena un buen paseo por el centro, sobre todo si hace buen día.
En la zona del puerto hay muchísimo ambiente, no sólo por los barcos que entran y salen, sino por las terrazas de los bares y cafeterías que en verano son el centro de reunión preferido de los noruegos. 

 Si tenéis tiempo, no dudéis en disfrutar de una buena cerveza o un cóctel en un de estos chiringuitos al más puro estilo chill-out... ¡si tenéis suerte y pilláis sitio!
 
Otra de las cosas que llaman la atención es cómo disfrutan los noruegos de sus parques: cualquier rinconcito donde hayan plantado hierba es invadido (con el máximo cuidado) por una horda de nórdicos que se tiran sobre el césped como si de la playa se tratara. Eso sí, cuando se van lo dejan todo limpio.

Comemos en un restaurante italiano y, viendo lo mucho que les gusta a los noruegos el dulce, no nos resistimos y sucumbimos a esos deliciosos helados…

Merece una visita el Parque de las esculturas de Vigeland, el Vikingskipshuset, un museo que alberga los dos barcos vikingos mejor conservados del mundo, y el modernísimo edificio de la Ópera.
A media tarde nos marchamos por la E-18 y empezamos a buscar un lugar donde dormir. Justo antes de abandonar Noruega, cogemos la carretera 21 en Ørje (dirección Norte) y nos alojamos en un camping de cabañas en Sukken (350 nok.). Cenamos un picnic y nos vamos a descansar, que mañana hay que llegar hasta Uppsala.

 






Camping de Sukken, Ørje
Coordenadas GPS: N 59º30’49.8” / E 11 40’00.8”
Kilómetros recorridos: 481


 



Día 14. ØRJE –  UPPSALA (14.08.07)

Desayunamos y nada, más ponernos en marcha, entramos en Suecia donde nos ponemos a velocidad de crucero (es decir: 120 km/h) porque afortunadamente los suecos conocen el significado del término “autopista”.

A medio día llegamos a Estocolmo y aprovechamos para comer, dar una vuelta y hacer las últimas compras. Tenemos suerte, pues de nuevo brilla el sol y da gusto pasear por la ciudad.



Antes de que se haga muy tarde, nos vamos a Uppsala... a casa de nuestro amigo Zurab.  Cenaremos en el griego y nos acostaremos tarde, pero aún nos quedan un par de días para disfrutar en buena compañía.
 


Uppsala
Kilómtros recorridos: 526

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Nuestro viaje toca a su fin. Da un poco de pena que se acabe, pero nos volvemos a España con un millón de recuerdos en nuestras mochilas y más de 6.000 kilómetros a nuestras espaldas. 


1 comentario:

  1. para un semi-casi-biologo como yo esto es como un paraiso..me encanta todo..desde las casitas hasta los renos.
    Tengo que decir que fue precioso lo que deciste(dijeis) en el principio, si yo fuese todavia allí, no sabería nada deso, eso es bueno para las personas que nada saben, o poco saben destes sitios que son tan bellos pero tan caros. En mi idea son sitios muy caros, talvez los más caros de Europa, pero su vida tambien es buena. No me veria a vivir ahí, pero todo es muy lindo. Las fotos estan más que buenas, y no hay nada mejor que el increible de las pasajenes..
    la verdad es que me encantaron los renos, en el medio de la calle.
    De verdad que os deran ''multas'' por viajar más rapido que los indicaron, digo, dicen ''50'' y se andaren más que 50 de velocidad os multan? que fuerte! aqui hay eso, pero tanpoco sabería.
    Me acuerdo de cuando vosotros veniran aqui y deciran que estaban locos como ellos respechan los sinales y las indicaciones... es muy divertido. Veo que gustaran mucho, y tengo que decir que la comida es preciosa, es casi hora de almuezar y ahora tengo más hambre después de ver todos eses platos JAJAJA.
    Tengo aún que decir que vosotros quedan muy bien abrazados, teneis que hacerlo más veces :):)
    muchos saludos, y espero la projima postajen! ;)
    xoxoxoxox

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