martes, 21 de agosto de 2012

esLOVEnia


Nuestro plan: 6 días para recorrer y conocer Eslovenia.

MOVILIDAD
En Eslovenia encontramos diferentes posibilidades a la hora de recorrer el país. Tiene una buena red de autobuses que, combinada con la de trenes, enlaza la mayoría de poblaciones.
Por nuestra parte, nosotros decidimos alquilar un coche para tener más libertad de horarios y llegar a las zonas de trekking. Hay una buena red de autopistas y las carreteras secundarias están muy cuidadas, así que el automóvil se convierte en otra manera de disfrutar del país y sus paisajes.
Hay que tener cuidado en las carreteras entre poblaciones porque la gente se desplaza en bicicleta, patines con bastones o paseando por los márgenes de la carretera. Además, los eslovenos conducen bastante deprisa y más o menos por el medio, sin apartarse cuando se cruzan con alguien. Nosotros fuimos todo el viaje dándole las largas a todo el que venía en plan kamikaze.
ALOJAMIENTO
Aunque a priori pueda parecer que Eslovenia es un lugar lejano, rural o raro, la oferta de alojamientos es amplia y variada. Hoteles, hostales, bed & breakfast, campings con bungalows… Vaya, lo normal. Nosotros nos decidimos por alquilar un apartamento en una casa de montaña. Es una solución económica, que te da cierta independencia y que se estila mucho en el país. Puedes encontrar toda la información y contactos en las webs de turismo oficiales de Eslovenia.
COMIDAS
A excepción de Ljubljana, no hay ciudades grandes… lo que por una parte nos da la oportunidad de disfrutar más a fondo de la cultura culinaria del país. Donde mejor se come es en los restaurantes llamados “gostlina”, hacen comida casera tradicional, las raciones son generosas y no es caro.
 
Día 1. MADRID – LJUBLJANA – BOHINJ (05.09.09)
Nos levantamos de buena mañana y un amigo nos lleva al aeropuerto de Barajas. Volamos con Adria Airways en un mini avión de colorines en el que sólo somos 19 pasajeros. Al contrario de lo que nos tienen acostumbradas las compañías nacionales, aquí nos ofrecen un brunch y no nos ponen objeción a la hora de cambiarnos de asiento.
 
El vuelo es a poca altitud y, por tanto, muy tranquilo. Llegamos al aeropuerto de Ljubljana (Jožeta Pučnika) que parece de juguete con su mini torre de control y recogemos el coche de alquiler en Sixt. Habíamos reservado un Lupo, pero nos dan un Opel Corsa. Empezamos mal. En fin…

Objetivo 1: Encontrar un supermercado. Entramos en un “Merkator” y es todo carísimo, el precio de algunas cosas da miedo. Compramos lo imprescindible y, al salir, alguien nos ha rozado el coche. Así se le vaya la junta del culete. :(
Obtetivo 2: Comer algo. Paramos en lo primero que vemos que resulta ser un McDonalds. El inglés de los eslovenos no debe ser el mismo que el nuestro y la chica se hace un lío, cuando pido kétchup me pone un capuccino…
Objetivo 3: Encontrar los apartamentos Alpik. Tras una hora de camino, ya completamente de noche, llegamos a Ukanc (en Bohinj) y nos plantamos frente a nuestra casita. Es toda de madera, con la típica estructura de casa alpina, en un lugar inmejorable. 
Nos instalamos y al rato llega nuestro casero (de nombre incomprensible) que había estado claramente tomando cervecitas en el bar del pueblo. Nos explica cuatro cosas, nos cambia la bombilla de la cocina y nos vamos a dormir porque estamos agotados. Son las 22 hora local.
 
Estamos en Ukanc, un “barrio” a las afueras de Bohinj… aunque en realidad parece más una colección de casas desperdigadas en el valle.


Evidentemente no hemos alquilado toda la casa, pues está dividida en apartamentos. Todos los inquilinos pueden hacer uso de las instalaciones exteriores (barbacoa, mesas) y del jardín, que se extiende hasta el río.



Día 2. BOHINJ – GORJE VINTGAR – BLED (06.09.09)


Nuestra primera parada del día es Bohinj. El valle glaciar, de 20 kilómetros de largo y 5 de ancho, es impresionante. De él baja el río Savica, que esta zona se convierte en lago, el más grande de Eslovenia. Está situado en el corazón de los Alpes Julianos, en el Parque Nacional Triglav.


En realidad Bohinj es un municipio formado por 24 pueblos; Ukano (donde nos alojamos) es uno de ellos y Bohinjska Bistrica es el principal y más grande, donde está la estación de trenes, la iglesia, los supermercados y la mayoría de los resturantes.
En verano, el bosque invita a practicar senderismo y mountain bike, mientras en el lago de aguas cristalinas lo que apetece es bañarse o hacer una excursión de kayak. Es habitual ver por la carretera a gente practicando patinaje con bastones… y van a toda velocidad, así que hay que ir con cuidado. En invierno las pistas de esquí, patinaje sobre hielo en el lago, trekking y esquí de montaña hacen de esta zona un auténtico parque de atracciones.
Y aunque no te vaya mucho el deporte, te encantará pasear por las orillas del lago… no hay nada más relajante.

 
Aunque hoy queremos visitar unas gargantas que están por la zona, no podemos evitar hacer una primera parada en Bled para familiarizarnos con el entorno. Bled es famoso por su lago glacial en el que se encuentra la única isla del país y por el castillo que, desde la atalaya, domina toda la zona.


Un paseo de 5’5 kilómetros permite rodear el lago y disfrutar de un sinfín de atractivos: desde un delicioso helado artesano hasta dar de comer a los cisnes, una romántica cena en la orilla o darse un chapuzón, ya sea en las instalaciones deportivas o en las zonas donde los lugareños disfrutan del baño cada día. Por 10€ se puede ir en barquita a la isla central, pero si el cuerpo aguanta también se puede ir nadando.

Vitgar Gorge está sólo a 4 Km al norte de Bled, justo detrás de los pueblos de Podhom y Zasip, donde el río Radovna corta la garganta entre las colinas de Hom y Borst. Esta garganta fue descubierta en 1891 por Jakob Žumer (cartógrafo y fotógrafo) de manera accidental, cuando el nivel de las agua del río Radovna era muy bajo.
La entrada a la garganta cuesta 4€ pero realmente merece la pena. Todo el camino está acondicionado con pasarelas y barandillas de madera que no sólo proporcionan seguridad y estabilidad durante el paseo, sino que permiten cruzar de un lado a otro de la garganta y ver los rápidos literalmente desde encima.


El recorrido, de poco más de kilómetro y medio, se hace fácilmente en 20 ó 30 minutos. Gracias a lo bien montado que está, es perfectamente apto para niños aunque no para sillas de ruedas, ya que tiene escalones. 
Es recomendable ir con algo de abrigo, pues el sol prácticamente no entra en la garganta y, si el viento se arremolina, en algunas zonas puede “llover hacia arriba”. Existen varias zonas de picnic y, tanto al principio como al final del recorrido, hay sendos chiringuitos donde tomarse un refresco (y wc).

Al final del recorrido llegamos a la cascada Šum, de 16 metros de altura. En este punto podemos deshacer el camino hasta el aparcamiento o seguir hasta la ermita de Santa Katarina, lo que nos llevará otros 30 minutos (ya que la senda es ascendente). De nuevo al final de esta etapa hay un bar restaurante con columpios, perfecta para hacer otra parada. 



Para el que quiera, la ruta continúa en descenso por el valle en dirección a Vintgar  recorriendo de prados y arboledas por las laderas del Monte Hom. En total el recorrido largo se hace en unas 2 y media o 3 (son unos 5 km.).
Debido a la humedad, en algunas zonas del recorrido las tablas están un poco rotas o sueltas; esto, sumado al hecho de que la gente no se apartan ni un poquito aunque te estés cayendo por el barranco, nos saca de nuestras casillas un par de veces… Se ve que la costumbre de dar las gracias o ceder el paso que tenemos los amantes de la naturaleza, no se lleva en esta zona. Al final del camino, en la cascada Šum, el arcoíris te quita todos los males y te arranca una sonrisa pues está tan cerca que casi se puede tocar.


Durante el camino de ida a las cascadas, habíamos visto un restaurante local en el pueblo Zgorne Gorje llamado “Gostilna Fortuna” donde, a la vuelta, hemos parado a comer pollo a la brasa con patatas y ensalada. Da gusto recuperar fuerzas en su terraza rústica, disfrutando no sólo de buena comida sino del ambiente típico rural de los Alpes Julianos.


Por la tarde, decidimos visitar el castillo de Bled construido en la cima de un acantilado, 130 metros por encima del lago. Aunque se menciona por primera vez en el año 1011, las diferentes etapas por las que ha pasado permiten hacer un recorrido por su historia, desde los muros románicos hasta algunos edificios barrocos que se construyeros alrededor de los patios.

Se accede por una carretera empedrada que llega al parking gratuito. Aunque se quiera echar un vistazo rodeando las murallas para ver el lago desde arriba, el bosque es tan espeso que es imposible. 

La entrada al castillo cuesta 7€ y dentro pueden visitarse pequeños museos: un taller de técnicas de imprenta de Gutenberg, una cava de vinos, una galería de hierbas medicinales y algunos salones barrocos que contienen muebles y objetos originales. Pero más allá de todo eso, lo que realmente merece la pena son las inmejorables vistas.
Y aunque es una gozada tomarte un helado o un vino en una de las terrazas, lo mejor es disfrutar del momento. Por mucho que quiera describirlo, una imagen vale más que mil palabras:
 


Aunque nos gustaría quedarnos más tiempo, se va haciendo tarde (aquí anochece muy pronto). Disfrutamos del atardecer en el lago Bohinj y, de vuelta al apartamento, cogemos unas pizzas de la pizzería “Don Andro” de Ukano. Aquí la gente se alimenta bien y su tamaño pequeño es como nuestro grande.

 

Día 3. PARQUE NACIONAL TRIGLAV (07.09.09)
El valle del lago Bohinj amanece envuelto en una misteriosa niebla que hace desaparecer el bosque y que, poco a poco, va despegándose del agua. 
No podemos olvidar que estamos en los Alpes y que el tiempo es cambiante; por la mañana hace fresco y nunca se sabe cuándo van a cambiar las condiciones atmosféricas, así que salimos del apartamento bien abrigados.
Hacemos una paradita en el supermercado del pueblo para aprovisionarnos bien, no sea que luego no encontremos restaurante alguno donde comer. No podemos resistirnos y compramos unos bollitos tipo dunkin donuts rellenos de mermelada de melocotón... ¡deliciosos! 


El plan para hoy es rodear los picos más altos del Parque Nacional Triglav. Para ello tomamos una carretera pequeña que sale de la principal pasado Jesenice dirección Kranjska Gora. 
  
Al principio el bosque es muy espeso y lo cierto es que no sabemos muy bien si esta ruta nos llevará a ver algo más que una inmensa masa de árboles. Por la carretera, que se convierte en pista, llegamos a la cascada Slap Peričnik.
El cartel junto al riachuelo indica una subida por el sendero que se adentra en el bosque y, sin pensarlo dos veces, vamos para arriba.



La verdad es que la subida no es demasiado dura. Aunque el sendero es estrecho, está escalonado gracias a las raíces y piedras del bosque. Además, al ir entre los árboles, casi todo el tiempo estamos a la sombra, lo que hace la subida muy llevadera.
De pronto ya estamos en la cascada (que se vía desde la carretera), que tiene una caída de agua de 52 metros. Es una auténtica pasada, porque no hay valla ni nada que te impida, si quieres, meterte debajo del agua. Incluso hay un caminito por el que los más intrépidos pueden ver la cascada desde detrás.
 
Pasamos un buen rato disfrutando del entorno y haciendo fotos. Cuando vamos a volver al sendero para bajar, nos damos cuenta de que en realidad la subida sigue. No hablar el idioma local nos impidió entender el cartel informativo, así que nuestra sorpresa es inmensa cuando, tras unos minutos de subida, llegamos a un segundo salto de agua (este de 16 metros) más bonito si cabe que el anterior.


De vuelta en el coche, continuamos por la pista sin saber muy bien a dónde nos lleva. Al final llegamos a un claro donde hay una caseta y una señora que te cobra 3€ por aparcar… pues desde allí salen las rutas de trekking que van hacia el pico Triglav (2.275 metros) y a otras cimas.
Aunque no nos quedamos mucho rato, tenemos tiempo de hacer unas cuantas fotografías de las impresionantes vistas del principal macizo de los Alpes Julianos.


Damos media vuelta y vamos hacia Žaga (carretera Bovec - Kobarid) en el valle de Soča para visitar la cascada Slap Boka, la más alta de Eslovenia con sus 144 metros. 
El agua cae desde la pared de roca del monte Kanin y se precipita a un desfiladero rocoso. Aunque al final del verano el caudal no es muy abundante, impresiona la fuerza con la que el agua sale despedida.
 
Las vistas desde la carretera ya son impresionantes, pero existe la posibilidad de subir por un sendero que a través de los árboles hasta el borde del acantilado que domina la garganta. Este camino, que tiene un kilómetro y medio, se toma en el puente sobre el río Boka, 2 kilómetros al noreste de Žaga. El desnivel que se sube (y que después hay que bajar) es de unos 250 metros y se tarda algo menos de hora y media en alcanzar el final, aunque la ruta es de dificultad moderada.

El río Soča es impresionante, su color parece sobrenatural… tanto que te hace preguntarte si es que allí el agua es literalmente de color, pues en unos tramos es turquesa y en otros completamente esmeralda, con una cristalinidad que te deja con la boca abierta. De hecho, se dice que es uno de los ríos más raros del mundo pues retiene el color en todo su curso y es tan llamativo que también se le conoce como “la belleza esmeralda”.
Las corrientes rápidas, pozas, cañones, estrechamientos y revueltas convierten al Soča en un auténtico parque de atracciones para los aficionados al kayak y al descenso de ríos. A lo largo de su curso encontramos innumerables cascadas de todos los tamaños, canales y lagunas que atraen a los que practican canyoning e hydrospeed.

Antes del volver al apartamento, visitamos los desfiladeros de Tolmin: un cañón creado por el río Tolminka que tiene una longitud de 200 metros y puede recorrerse por una senda circular. 
Aquí se encuentra la cueva que dicen inspiró a Dante en parte de la Divina Comedia. Varios puentes colgantes cruzan de un lado a otro del cañón, que se va estrechando en algunas zonas dejando algunas piedras en equilibrio, como la "cabeza del oso".

 
Día 4. CUEVA ŠKOCJANSKE JAME – CASTILLO PREDJAMA – CUEVA POSTOJNSKA JAMA (08.09.09)
Hoy dedicamos el día a visitar las cuevas más importantes de Eslovenia. 
Primero nos acercamos a la Cueva de Škocjan, un lugar maravilloso que supondrá un antes y un después en cualquier visita que volvamos a hacer a una cueva. Cuando llegamos, ya ha salido la visita guiada de las 11, así que damos una vuelta por la zona que es igualmente increíble. Nos asomamos a una dolina y vemos que, en el fondo del agujero de más de 100 metros, hay un montón de gente de excursión, así que volvemos al coche a por los bastones de senderismo por si acaso…


A las 12 comienza nuestra visita y el guía, más majo que las pesetas, nos conduce por el bosque de la entrada artificial de la cueva (la que el hombre ha hecho para acceder más fácilmente a la cueva, no la entrada natural). Nos informa de que la visita durará una hora y media, recorreremos 2’5 kilómetros y habrá unos 45, casi todos al final del recorrido.
La primera parte de la gruta es una cueva como todas las demás: estalactitas, estalagmitas, columnas de diferentes colores… Pero cuando llegamos a la primera cámara descubrimos una sala impresionante, de techos inalcanzables de 30 metros de altura lleno de estalactitas, velas y formaciones imposibles. Es la “galería del silencio”.


Dejamos la parte seca y avanzamos hacia la sala que hace que estas cuevas sean Patrimonio de la Humanidad. El guía abre una puerta y al principio sólo hay oscuridad.


Debemos estar en un agujero descomunal, pues la sensación de convertirte en un ser diminuto e insignificante nos invade a todos. Sólo se ve un camino de lucecitas que avanza en la inmensidad. 
Dejamos la parte seca y avanzamos hacia la sala que hace que estas cuevas sean Patrimonio de la Humanidad. El guía abre una puerta y al principio sólo hay oscuridad. Debemos estar en un agujero descomunal, pues la sensación de convertirte en un ser diminuto e insignificante nos invade a todos. Sólo se ve un camino de lucecitas que avanza en la inmensidad.
Nuestro anfitrión sigue hablando a medida que avanzamos y todos escuchamos completamente asombrados cómo el agua llegó a subir hasta 90 metros manteniendo la cueva inundada durante tres días. Quedan aún huellas en las paredes de los escalones y sujeciones que utilizaron los primeros exploradores, que ahora serían impensables y que nos hacen imaginarnos a aquellos hombres como valientes hombres araña que realmente arriesgaron sus vidas explorando este lugar. Para que nos hagamos una idea de lo que experimentaron estos exploradores, el guía apaga las luces de la cueva… Impresiona mucho pensar que aquella gente se metió allí con lámparas de carburo que iluminaban tan solo 6 metros. En el puente sobre el río Reka el guía enciende de nuevo las luces. El lugar es sobrecogedor.
 
Como sorpresa final, salimos por la entrada natural de la cueva: una abertura gigante hecha por el agua en la roca en el fondo de la dolina. La visión de la luz natural, los árboles y plantas, los murciélagos colgados en las paredes… te dejan con la boca abierta. Al despedirse, el guía nos da la oportunidad de subir con él en el ascensor o recorrer el camino de 20 minutos por la dolina; ya que llevamos los bastones elegimos la segunda opción.

*Nota: en la cueva de Škocjan no está permitido hacer fotografías y nosotros respetamos esta norma. Por eso las imágenes que hay de la cueva en este blog están extraídas y son propiedad de http://www.park-skocjanske-jame.si.

*Nota: parking gratuito; 14€ entrada por persona.
 

Muertos de hambre y de cansancio necesitamos un lugar donde reponer fuerzas antes de continuar con nuestras visitas. El universo es generoso con nosotros y encontramos un magnífico gostlina.
Siguiente parada: Castillo de Predjama. A diez kilómetros de las cuevas de Postojna se encuentra este pintoresco castillo del s. XVI (aunque existió una construcción anterior desde el siglo XIII). Fue adquirido y ampliado por la familia noble Luegg, también conocida como los Caballeros de Adelsberg (el nombre alemán de Postojna).
Es un lugar inconfundible, pues está construido en un cortado de 123 metros de altura, bajo un arco de roca natural que dificultaba el acceso. Cuenta la leyenda que allí se escondía Erazem de Predjama, el barón ladrón que asaltaba las caravanas de mercaderes en la ruta que unía Viena con Trieste y repartía el botín entre los pobres.


A las 18:00 comienza nuestra visita guiada a la Cuevas de Postojna. Aunque sean las más famosas de Eslovenia, después de haber estado en Škocjan nos llevamos una verdadera decepción. 
Los dos primeros kilómetros se recorren en un trenecito que va cruzando las salas a toda velocidad, de modo que no puedes apreciar nada con detenimiento. Además, la sensación térmica es aún más baja con lo que, si no vas bien abrigado, acabas tiritando.
Al ser más conocida, esta cueva es también más turística. Y, aunque existe la prohibición de hacer fotografías o filmar, la gente va haciendo realmente lo que le da la gana. Lamentable, no sólo porque los turistas muestras una total falta de respeto hacia el lugar, sino porque los guías y empleados no hacen ni dicen nada al respecto. 
 
En el apeadero unos carteles indican los idiomas de las visitas guiadas. Como era de esperar, no la hay en español… así que nos ponemos en la banderita del inglés y nuestro guía es un elfo como Légolas, con capa y todo. Da unas cuantas instrucciones y recalca que no está permitido hacer fotografías, norma que de nuevo la gente ignora y nada más empezar a caminar empiezan a saltar flashes por todas partes. 

El guía no está nada motivado, más bien parece harto y cansado de contar siempre lo mismo… y lo hace de manera mecánica y a toda velocidad. La impresión que nos llevamos es malísima y no deja de empeorar durante todo el camino.
 
Una de las peculiaridades de esta cueva, es que en ella habita el Proteus anguinus, conocido como “pequeño pez humano” o “bebé dragón”. Este anfibio con respira por branquias y a la vez por la piel, es ciego, tiene muñones en lugar de patas traseras y tres pequeños dedos en las delanteras, además su piel es rosada, casi transparente, permitiendo llegar a ver incluso su corazón.
 
Cuando el guía está contándonos cómo lo descubrieron, que casi no come y que puede llegar a vivir 100 años, uno de los turistas polacos que viene en el grupo (y que no ha parado de dar la lata durante toda la visita) charla con uno de sus amigos, más alto de lo que habla el guía impidiendo que podamos escuchar su explicación. No lo soporto más y, con toda la educación de la que soy capaz de hacer gala, pido a Légolas que pare un segundo y le espeto al polaco un “Shut up” lleno de rabia que consigue dejarle tan callado como sorprendido.
 
*Nota: en la cueva de Postojna no está permitido hacer fotografías y nosotros, una vez más, respetamos esta norma. Por eso las imágenes que hay de la cueva en este blog están extraídas y son propiedad de http://www.postojnska-jama.eu.
*Nota: parking 3’5€; entrada 20€ por persona.



Día 5. SLAP SAVICA – BLED (09.09.09)
Después de la súper paliza de ayer y de los días anteriores, hoy toca día de descanso disfrutando de los alrededores. Nos levantamos tarde, bueno… a las 10:00 y desayunamos bollitos eslovenos. Aunque está nublado, decidimos no pasar el día entero en plan vegetal y hacer una visita a la cascada Slap Savica, que está aquí al lado y que, dicen, es la más bonita de Eslovenia. 
Aunque el parking cuesta 3€, la alternativa es dejar el coche en un arrimadero de la carretera… y no queremos arriesgarnos a una multa. En Eslovenia hay que pagar por todo, lo tenemos asumido.
El camino a la cascada (previo pago de 2’40€) dura 20 minutos y, aunque va por el bosque y el tiempo es agradable, es un infierno con tanto escalón.
Y no sé si será porque estamos muy cansados, o porque hay un mirador de madera que impide acercarse al agua, o porque la cascada del primer día era mucho más inesperada… pero esta no nos parece para tanto.
El río Savica es el afluente más importante del lago Bohinj. Recorre el valle de los lagos del Triglav de manera subterránea y emerge en la pared del Komarča como la cascada Slap Savica. La cascada principal tiene 38 metros de largo y llega a una profundidad de 51, mientras la cascada pequeña llena un pozo de 25 formando entre las dos la letra A.

 Nos vamos a comer al restaurante Gostlina Fortuna, donde hacen esos deliciosos pollos al grill que, junto con una montaña de patatas fritas y una buena ensalada, nos dejan el hueco justo para tomar un delicioso helado a orillas del lago Bled: chocolate & plátano y vainilla & arándanos.

Decidimos dar la vuelta completa y nos lleva unas tres horas paseando tranquilamente. La verdad es que merece la pena, no sólo por las vistas sino por la tranquilidad que se respire. No sólo los turistas, sino muchos lugareños salen a dar un paseo o practicar deporte en las orillas del lago.


Blejski Otok es la pequeña isla del lago de Bled, también conocida como isla de las bodas, pues la Iglesia de la Asunción es una de las preferidas por los eslovenos para celebrar sus enlaces. Dice la tradición que el novio debe subir los 99 peldaños de la escalinata hasta el templo con la novia en brazos para asegurarse una feliz y larga vida juntos.

 
El tiempo ha mejorado mucho, se han marchado las nubes y hace calor. Llevaos el bañador, que el agua no está tan fría como parece. :)




Día 6. LJUBLJANA (10.09.09)

El día amanece muy nublado, llueve. Miramos la previsión para Ljubljana y es notablemente mejor, así que nos vamos para allá.

Dejamos el coche en el parking de la estación, que es bastante narato: toda la mañana 3€. Ljubljana no es una ciudad muy grande, toda la actividad se desarrolla a orillas del río Ljublanjca. Yo ya he estado antes y recuerdo claramente la sensación que me produjo este lugar: es un sitio estupendo para relajarse y pasear, disfrutar de las terracitas, de un sándwich a orillas del río… nada que ver con las estresantes capitales europeas. La población de Ljubljana es joven, así que el ambiente es muy jovial y
acogedor.
Es día de mercadillo, así que nos tomamos unas deliciosas fresas como segunda parte del desayuno que compramos en uno de los puestos. Los liublianitas vienen aquí a comprar frutas y verduras frescas, pero la leche la compran en una curiosa máquina. Pueden comprar la botella directamente o, lo que es más llamativo, rellenar la suya propia. Alucinante.
 
Nos acercamos a una oficina de turismo con la esperanza de que un amable guía nos comente con gentileza cuáles son los principales atractivos de la ciudad y qué no debemos perdernos. En lugar de eso, una chica un poco seca nos da un folleto en español diciendo que ahí está toda la información y poco menos que nos ha mandado de (a) paseo.

Echamos un vistazo a la documentación, pero yo recuerdo que desde el castillo había unas vistas increíbles de toda la ciudad, así que tomamos el funicular que sube hasta allí (3€ ida y vuelta). Por desgracia, los árboles han crecido tantísimo que ya no se ve la colección de tejados rojos del casco antiguo de la ciudad.
De todos modos ha merecido la pena pues el castillo está bien conservado y restaurado y los edificios adyacentes posteriores se han construido tomando el principal como ejemplo, con lo que el conjunto queda muy armónico. He encontrado una fotografía antigua, de mi primer viaje a Eslovenia, de las vistas desde el castillo. 


Otra de las paradas imprescindibles de Ljubljana es el Puente de los Dragones o Zmajski Most. Aunque el puente es de principios del s.XX, construido en hierro y hormigón, sus dragones le dan un aire misterioso y medieval… y se han convertido en el principal símbolo de la ciudad, pues dice la leyenda que, cuando una doncella virgen cruza el puente, alguno de los dragones mueve su cola. Claro que dicen también que hace mucho que eso no ocurre...
 
Las orillas del río Ljubljanica son estupendas para pasear, sentarse en los bancos a admirar las vistas, tomar algo en la terraza de alguna cafetería, disfrutar de los artistas callejeros o echar un vistazo a los puestos de artesanía. Aunque hay vendedores ambulantes y mercadillo todos los sábados por la mañana, los que siempre están son los puestecitos de Centralna Tržnica (Mercado Abierto de Ljubljana) que se ponen en una especie de soportales junto al Tromostevje (Puente Triple). Es casi imposible no llevarse alguna pieza de vidrio pintado, típico de Eslovenia.


Y no por ser una ciudad pequeña Ljubljana tiene pocos atractivos. El Puente Triple conecta la zona nueva con el casco antiguo, formado por las plazas Mestni, Stari y Gornji y las callejuelas que de ellas salen. La Fuente de los Tres Ríos es una de las más visitadas de la ciudad. Los domingos ponen el mercado al aire libre justo detrás de la Catedral de San Nicolás, del s. XIII. Pero todos y cada uno de los puentes, calles y rincones de Ljubljana tienen encanto, así que lo mejor es perderse.


Por supuesto, los amantes del arte tienen para elegir: la Galería Nacional, el Museo de la Ciudad o el Museo de Historia Moderna son los clásicos. Pero debido a la creciente población universitaria, con el tiempo han ido proliferando las galerías y pequeñas salas que albergan artes variados. Además muchas fachadas se han convertido en lienzos improvisados ofreciendo un sinfín de muestras de arte callejero de todo tipo. Y no podemos perdernos el Metelkova, unos cuarteles militares abandonados en medio de la ciudad reconvertidos en un centro cultural alternativo donde se celebran conciertos, charlas y exposiciones.


Llega la hora de comer y en Ljubljana la oferta es muy variada: pequeños locales de kebab, sándwich o perritos calientes y, por supuesto, los restaurantes de comida típica que son baratos y muy buenos, sobre todo los italianos, pues a los eslovenos les encantan la pasta y la pizza.
La tarde la pasamos de nuevo en Bled, dando otro paseo al lago mientras nos tomamos el helado de rigor.
  

Por supuesto, Eslovenia tiene mucho más que ver… pero no nos quedan días, así que habrá que dejarlo para otra visita. Nosotros nos volveremos a casa con la sensación de haber descubierto un poquito de este precioso país de los Alpes.









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